Natalia.
Habían pasado unos dos meses desde que había llegado a México, mi vida había mejorado, estaba trabajando y estudiando derecho, al mismo tiempo.
“¿Estás bien?” le mandé el quinto mensaje del día a Valen ya que no me había respondido en todo el día; nuestra relación iba normal, como cualquier relación a distancia, teníamos altibajos pero lo solucionamos en poco tiempo y con los chicos hablaba casi diario por nuestro grupo.
-Natalia, te buscan abajo.-mi abuela, tocó mi puerta, dejé aun lado mi celular y bajé.
-¿Natalia?
Abrí mi boca sorprendida y solté una risa.
-¡Andrea!-corri a abrazarla.-Años sin verte, ¿Cómo has estado?
Andrea era mi mejor amiga de la infancia, perdimos nuestra amistad cuando mi madre falleció y me cambié de colegio pero de vez en cuando hablamos por unos minutos.
-Hace días apenas me enteré que habías regresado, pase a saludarte y a ver si te apetecía salir.
-¿En este momento?-asintió con una sonrisa.-Claro, solo deja voy por mi billetera y mi celular.
Subí a paso rápido la escalera, tome mis cosas y volví a bajar, avise a mis abuelos que iba a salir.
-Listo vamos, ¿Te parece si vamos al centro? Necesito comprar unos libros para la Universidad.
-Me parece perfecto, a parte por ahí mismo podemos comer.
Pasamos toda la tarde yendo de tienda a tienda, le hablé de Valentín y ella me hablo de Carolina, su novia.
-¿Tus papás reaccionaron bien?-tomé una papa frita de su plato, me miro indecisa y río.
-Al principio no tan bien que digamos pero luego les presente a Caro, y la quieren más que a mí.-soltó una risa.-Solo era cuestión de tiempo para que lo asimilarán, gracias al cielo no fue mucho tiempo.
-Me alegro de eso, ya se está haciendo tarde.-saque dinero de mi mochila.
-Es buena hora para irnos, porque aquí oscurece y se pone horrible.-solté una risa y asentí.
Salimos del restaurante para tomar el bus. Una vez en que llegamos a nuestra colonia nos despedimos y cada quién se fue a su casa.
Saqué las llaves para abrir ya que no quería molestar a mis abuelos.
-¿Natalia, hija?-la voz de mi abuela se escuchó en la cocina.
-Soy yo, abue.-le grité en respuesta, deje mis cosas en un sillón.-Perdón por llegar tan tarde, me distraje platicando con Andrea.-hable mientras me dirigía hacía la puerta de la cocina.-¿Ya cenaron? ¿Les traigo algo? Puedo ir a comprar para hacer de cen..
Abrí la puerta para después quedarme congelada.
-Te buscan, mija.-mi abuelo me sonrió.
-Hola...-me sonrío, no sabía que hacer o decir, las palabras no me salían y mis ojos se pusieron llorosos.
-Vámonos, vieja.-mi abuelo le hablo a mi abuela.-Hay que darles privacidad.-se tomaron de la mano y salieron de la cocina.
-Natalia, yo n...-no lo dejé terminar y corrí hacia el para abrazarlo.
-¿Qué estás haciendo aquí, Valentin?-tome su cara entre mi manos.-Dime que no estoy soñando, por favor, se siente tan real.
Me miró con ternura y me sonrió, me abrazo fuerte sin querer soltarme, le respondí de la misma manera.
