Cambio de posiciones

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Adrien

¿Que no vuelvo a tenerla? Siempre decía lo mismo y ya me estaba cansando un poco. ¿Por qué no simplemente nos olvidamos de todo esto y comenzábamos de nuevo? ¡Pero no se podía porque Marinette estaba jodidamente loca!

—¿Qué se supone que era esta prueba? Esto no era una prueba para ver mi confianza, era una prueba donde ambos saldríamos perdiendo.— No entendía que pasaba por la cabeza de Marinette.

—Sí, ya veo que ambos salimos perdiendo pero al menos ahora tengo una respuesta—ella se detuvo al fin después de perseguirla por todo el pasillo en el hotel.

—¿Y cuál es tu respuesta? ¿Qué no puedo controlarme cuando estoy contigo? Porque si es así, tienes razón. No puedo controlarme contigo porque te amo.

—¡¿Qué no lo entiendes?! No me amas, sólo me deseas

Marinette seguía siendo tan necia. Yo no sólo la deseaba, la amaba con todo mi corazón. Tanto que golpeé a mi propio primo, por poco mi padre me deshereda y hasta compré un boleto para venir a verla. Estaba tan loco por ella a pesar de todos sus defectos porque para mí no eran defectos, eran pequeños detalles que la hacían perfecta.

¿Qué eso no es amor?

—¿Hasta cuándo seguirás con eso?—reclamé ya un poquito cansado. —Yo te deseo pero eso es parte del amor. Si te amo es obvio que te voy a desear. ¿Por qué no entiendes tú eso?

—Mira, el deseo es parte del amor, pero puedes amar tanto a alguien que no te molestaría lo físico. Cuando te pregunté si estarías conmigo a pesar del sexo dudaste, y ahora he comprobado que sigues consumido por el deseo. —se alejó de mi de nuevo.

—¿Y cómo más voy a estar? Si cada vez que te veo tengo una puta erección porque te amo y quiero tenerte siempre. —tal vez no debí decir eso porque lo arruiné.

—Yo te amo, pero pudiera vivir sin tener sexo contigo. —regresó con su mirada de decepcioón.

—Es diferente porque eres tú y yo soy yo. El sexo es mi manera de demostrarte que te amo.

—¿Así que amabas a todas las chicas con las que te acostabas?—preguntó ella con ironía. —Perdona, no sabía que eras todo un santo. ¿Entonces qué te parece si dejo que me folles para que me demuestres todo tu amor? ¿Eso estaría bien para ti?

En este punto era mejor callarme. Todo lo que diría lo arruinaría más. Tampoco quise decirle eso. La verdad no sabía que era lo que quería. Quería estar con ella porque la amo sinceramente pero la realidad era que también la deseaba siempre.

Y tal vez era porque estaba en un punto de la relación donde todo se supone que es nuevo y no quieres tener tus manos apartadas de la otra persona. No estaba acostumbrado a estar con una sola persona así que todo esto también era nuevo.

No podía pedirme de un día para otro que ya no la deseé para probarle mi amor porque necesitaba acostumbrarme. Quería decirle todo eso pero no podía hacerlo. Esas palabras no salían de mi y en vez de decirle todo esto terminé diciendo algo peor.

—Mira, deberías volver a Paris. Me quedare unos días aquí con Alya. —aplastó el botón del elevador y este comenzó a subir. Tendría menos de treinta segundos para convencerla de que se quede aquí conmigo.

—No volveré hasta que arreglemos las cosas. Por favor—esperé impaciente a su lado. Moví mis dedos de mi mano para intentar tocar la suya. Sólo quería sentir sus manos entrelazadas con las mías.

—No creo que esto tenga solución Adrien. Debes estar cansado y yo tengo que buscar a Alya.— la puerta del elevador se abrió. Debía hacer algo para mantenerla aquí conmigo.

A escondidas (lemon miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora