Amor en el aire

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Marinette

Volví a casa después de un largo día. Me recosté en mi cama y solté un largo suspiro. ¿Por qué no podía decirle a Adrien que quería mudarme con él? ¿Y qué si no estaba lista? Tal vez por eso mis palabras no salían.

Quizás me estaba apresurando mucho. No porque mis padres se mudaron juntos a esa edad yo también debía hacerlo. Tendría toda la vida para estar con Adrien y por ahora quizás era mejor ir despacio. Aun así tendría que decirle que me mudaría sola.

Me estaba quedando dormida cuando una pequeña luz entró por mi habitación y pegó justo a mis ojos. Era como si me estuviese apuntando. ¿Qué era eso?

Me puse un abrigo enorme para salir y baje al parque. Mis padres ya habían cerrado la panadería y estaban en su habitación así que no quería molestarlos. Al bajar lo hice de una manera silenciosa.

Al llegar al parque vi el carrusel que siempre está, encendido. ¿Qué hacía encendido en medio de la noche? Sabía que algo no andaba bien. ¿Y si era algún villano? Rayos, pero dejé a Tikki dentro. Debía estar atenta.

Seguí caminando un poco más y vi a una persona parada frente a mi. Mi corazón se detuvo por completo como siempre que lo veía a él.

—¿Qué haces aquí?— me atreví a acercarme mientras sonreía. Ese tonto sabía cómo animarme aunque ni siquiera le dije nada.

—He venido a traerte esto— Adrien esbozó una tierna sonrisa. ¿Otro regalo más? Ya no quería más regalos de Adrien. Mi casa parecía una tienda manualidades. —Pero antes de dártelo, tengo que decirte algo.

—¿De qué se trata?— estaba curiosa y más porque quería saber que había dentro de esa bolsa de regalo. ¿Otro osito de peluche?

—Ya se que estás embarazada, ya no tienes que ocultármelo más. — lo soltó de repente.

¿Qué había dicho? Estaba totalmente confundida. ¿Yo embarazada? Sabía que me gustaba hacerme bromas. Era un tonto a veces. Quizás notó que le quería decir algo y nunca lo hice.

—¿Por qué crees que estoy embarazada?— pregunté queriendo reírme. Aunque estaba broma no era tan graciosa como las que hace normalmente.

—Bueno, escuché una conversación tuya con Alya y ese día dejaste caer una prueba de embarazo así que...— se lo veía un poco nervioso, tal vez porque sabía que estaba mal escuchar mis conversaciones privadas.

—¿Escuchaste ni conversación con Alya?— le reclame ignorando todo lo otro que había dicho. Odiaba que me espiara.

—Sí, lo hice, pero fue por una buena razón. Si no nunca hubiera descubierto que estás embarazada.— lo miré aún más confundida.— Bueno, quizás has subido un poco de peso y te ves más cansada y...

—¡Oye! ¿Cómo que he subido más de peso?— golpeé su brazo.— Y si he subido más de peso es por tu culpa. No dejas de mandarme chocolates.

—Lo entiendo, investigue y cuando estas embarazada tienes antojos ¿verdad?

Espera ¡¿Qué?! ¿Adrien en realidad pensaba que estaba embarazada? Recordé lo que dijo. Que había visto la prueba de embarazo que tenía.

—Esa prueba no era mía Adrien. La compré para Alya. Yo no estoy embarazada.— expliqué intentando aclarar este mal entendido. Ya me imaginaba lo que vendría a decirme Adrien si pensaba que yo estaba embarazada. De seguro se asustaría y diría que abortara.

—¿Para Alya?— él parecía más confundido que yo.

—Sí. Ella me matara porque quería decirle primero a Nino pero, ella estaba embarazada.

A escondidas (lemon miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora