Prueba de fuego

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Marinette

El elevador se detuvo en el lobby y nos subimos en él. Mis manos sudaban porque en realidad quería que Adrien no cayera en sus juegos. Necesitaba que Adrien se controlara y dejara esos instintos animales que a veces tenía. Quería que él me amará en serio a mi y no solo mi cuerpo.

Es por eso que necesitaba a alguien parecida a mi físicamente. Era sencillo que alguien me considerara que era hermana de Kagami. Éramos como dos gotas de agua a excepción de los ojos. Pero Adrien no la vería justo como Félix había hecho conmigo.

—No lo entiendo, si quieres probar que no quiere sólo tu cuerpo ¿por qué seducirlo? Adrien es un hombre y terminará cayendo aunque no quieras.

—Por eso necesito ver si su deseo porque lo perdone es mayor a su deseo físico. Si en realidad quiere estar conmigo me hará a un lado y huirá, pero si solo quiere mi cuerpo se quedará allí.

—Marinette cariño—me dijo ella como si me daría una lección sobre hombres.— Si Adrien te ama es obvio que te desea. ¿Y quién no quiere acostarse con la mujer que ama? No seas gilipollas.

Ella tenía razón pero es por eso que planeé algo para eso. Debía convencer a Adrien que si él me tocaba o si perdía el control conmigo me lastimaría. Así comprobaría si su deseo es más grande que su amor por mi. Y si fallaba tenía mi respuesta.

—No te preocupes por eso. Lo tengo controlado.

—Hay otra cosa que no entiendo. ¿Por qué no lo haces tu misma? Si termina cayendo, sabes que me besará a mi ¿verdad?— el elevador se detuvo en el piso indicado y ambas bajamos sin antes examinar que Adrien no estuviese allí.

Lo pensé mucho mientras caminábamos hacía aquí. Ver a Adrien besar a otra chica me rompería el corazón pero recordaba lo arrepentido que estaba Adrien cuando se había acostado con Lila.

—Lo sé, pero si lo hace sé que la culpa lo comerá y eso será peor para él que para mi.

—Mírate nada más, ¿Quién diría que Marinette Dupain Cheng era todo una zorra?— se burló de mi. No me lo tomé como una ofensa porque sabía que era una broma. A pesar de todo Kagami no era tan mala.

—Sólo cállate. Esta es la habitación. Espera aquí afuera.

Giré la perilla de la puerta y esta se abrió. Kagami se quedó allí afuera contra la pared. Al entrar vi a Adrien sentado en la cama viendo su móvil. Él al verme se levanto con una amplia sonrisa y se encaminó a mi. Deseaba tanto que no cayera en este juego tonto.

—¿Así que cuando me humillaras?— bromeó él con esa bella sonrisa que tenía. Si supiera lo que estaba planeando no sonreiría mucho. —¿Para qué me trajiste a la habitación? Sabes que aquí nadie podrá ver lo que me harás ¿verdad?

—La humillación que tengo planeada en realidad no es de ese tipo. No planeo humillarte frente a nadie, el único que lo sentirá serás tú—me dirigí a mi valija de viaje y saqué de allí una bufanda negra.

—¿Y cómo planeas humillarme si no hay nadie que me vea?—preguntó fijando su vista a mis manos.

—Ya lo verás—toqué su hombre para indicarle que se sentará en la cama. Él obedeció pero aun tenía esa mirada de confusión y pude notar un poco de miedo por lo que pasaría.

—¿Qué harás con esa bufanda?—cuestionó prestando suma atención a esta prenda que llevaba en mis manos. Puse una rodilla sobre la cama para poder sostenerme y pasé la bufanda por sus ojos para hacerle un nudo atrás. —¿Qué estás haciendo?

—Quédate quieto—ajusté el nudo para asegurarme de que no se cayera la venda que había creado con la bufanda y me bajé de la cama. Me aseguré de que él no pudiera ver nada y le ordené que se quedara allí un rato.

A escondidas (lemon miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora