Juego entre extraños

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Marinette

Las cosas con Adrien había estado tensas durante esas dos semanas. La primera semana había sido un desastre por esos encuentros casuales y la segunda había sido lo opuesto, nos ignorábamos por completos

Lass pocas veces que nos vimos terminamos besándonos inconscientemente, y eso complicaba mucho las cosas. Fueron insignificantes pero tenía esa necesidad de más.

La última vez que nos besamos, dejamos en claro que no volvería a pasar, y eso había sido hace ya una semana. Desde allí nos separamos por completo y no nos hemos hablado ni una sola palabra, lo cual hace mucho mas sencillo intentar apagar esa flamante llama que se prendía cuando nos tocábamos.

Pero todo eso me hacia sentir furiosa, porque claramente mostraba que para Adrien seguía siendo un juego que no pararía. Aparte de que ni siquiera habíamos hablado sobre mi disculpa, la cual ni se molesto en contestar.

Y en cuanto a Luka, había logrado zafarme de esa. Invente la excusa de que él había estado bromeando y que no había nada entre él y yo. No lo habíamos arreglado por completo pero al menos ya hablábamos.

Estaba a punto de dirigirme a casa, pero decidí pasar por el váter, para acicalarme y retocar mi maquillaje. Al entrar vi a Alya frente al espejo con los ojos hinchados y la nariz roja. ¿Acaso estaba llorando?

— Dios mío, Alya— corrí para abrazarla, se la veía triste, pero sorpresivamente no sabía de que se trataba esta vez. — ¿Que te ha pasado?— sostuve su cabeza entre mis brazos para darle seguridad.

Ella se quedó callada por un rato, mordiendo sus uñas en silencio absoluto. No la presione, porque sabía que me diría lo que le pasaba tarde o temprano.

— Mi periodo— se atrevió a decir mientras rompía en llanto de nuevo. ¿Su período? ¿Que con él? — Tengo un retraso de dos semanas.

«Ohh no, que ni de broma quiero ser tía tan pronto»

— ¡¿Que?!— exclamé totalmente preocupada. Alya en toda su vida no había tenido ni un atraso. — ¿Y no pensabas decírmelo nunca?

— Ni siquiera me he hecho la prueba.— se defendió tomando sus pertenencias para salir del baño. La perseguí y tome su brazo.

— ¿Y piensas hacértela?—cuestione decepcionada de ella. ¿Como podía ser tan irresponsable?

— No, aún no estoy lista Marinette.

— ¡Ni de coña! Este momento iremos a comprarla— la arrastre del brazo. A unas cuantas cuadras habían una farmacia, así que subí al coche de Alya y maneje, claro que después de convencerla por quince minutos.

— Prométeme que no se lo dirás a Nino, tu sabes si estoy...— agarró mi brazo con fuerza y yo tome de su mano para mostrarle mi apoyo.

— Alya si estás embarazada, Nino se enterara tarde o temprano... y tú sabes que te ama y te apoyará— no entendía cuál era su preocupación, más me preocuparía si yo estaría embarazada de alguien como Adrien. Pero Nino no era así, a él le encantaría ser padre.

— Marinette si estoy embarazada, aún no sé qué haré. Somos muy jóvenes. Nino tiene sueños al igual que yo, y desafortunadamente un crio no está en nuestros planes, al menos cercanos

— ¿Abortaras?— pregunte con aflicción.

—No lo sé— se removió en el asiento y se recostó de lado para mirar por la ventana.

Decidí no decirle nada más, porque sabía que no podía hacer nada más para subirle el ánimo. Llegamos a la farmacia y Alya decidió quedarse en el coche.

A escondidas (lemon miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora