~Deseo~

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Adrien

El día del evento al fin había llegado. Había estado esperando todo esa semana con ansias de poder ver a mi princesa con un hermoso vestido junto a mi en aquel gran desfile.

Las horas habían pasado con lentitud. Veía en clase al reloj y este parecía que iba a una velocidad minúscula. Mi único consuelo era ver a esa hermosa azabache sentada con su pequeña falda ligeramente alzada, que dejaba ver una pequeña porción de su exquisita piel.

Nunca la había visto de esa manera antes. Era como si solo existiera ella en ese momento. No escuchaba a nadie más ni veía a nadie más. Solo estaba ella y yo.

La campana de la última hora había sonado y todos salieron corriendo felices de que se acabara aquella pesada semana. Y yo más que nadie estaba contento de que ese infierno acabara.

Me apresuré para encontrarme con Marinette, quien estaba flipando debido al cercano evento. Se la veía tierna cuando saltaba de la emoción y conversaba con Alya sobre su afuendo perfecto.

— Podemos hablar— la interrumpí con Alya y tome de su cintura para caminar junto a ella.

— Por supuesto, ¿que sucede?— junto sus manos y las bajo para seguir caminando junto a mi. No hizo ningún intento de zafarse de mi agarre pero no era de sorprenderse.

— Mira, lo siento pero no podré pasar a buscarte. Debo estar antes para la sesión de fotos y el maquillaje. Pero te veré allí.— esperaba que no estuviese enfadada porque todo dependería de su estado de humor.

— Hey, no pasa nada. Te veo esta noche- se elevo con sus puntas de los pies y me dio un beso en la mejilla. Después procedió a irse caminando con una gran sonrisa en su rostro. Se encontró con Alya y ambas se fueron.

Se la veía feliz, y en mis planes tampoco estaba quitarle esa felicidad. Es más, esperaba brindarle un poco más.

Hoy era el día en que al fin me acostaría con ella. Lo tenía todo planeado. Necesitaba que ella me dijera la verdad, y que mejor manera que presionarla para que lo hiciera. No la avergonzaría pero si jugaría con ella un poquito.

La limosina ya había llegado y me encamine con Nino hacia la salida. Él sería mi ayudante en el proceso antes del evento. Tenía sesiones de fotos, entrevistas, prueba de vestuario y hasta maquillaje. Él debía ser mi amigo por si enloquecía.

— Tio, ¿estas seguro de esto? Porque podrías solo decirle que ya sabes la verdad.

— ¿Y que sería lo divertido de eso?— él me miró un tanto decepcionado, como siempre. — Hey, tranquilo, no jugaré con ella después de esto. Cumpliré mi apuesta y después intentaré alejarme.

— ¿Acaso has perdido el sano juicio? ¡Eso es lo peor que puedes hacer! ¿Que no haz escuchado que nunca debes votar a una mujer después del sexo?

— ¿Entones que se supone que haga? ¿Que me emparejé con ella, le lleve el desayuno a la cama y le envié mensajes de buenas noches? Si así piensas, déjame decirte que tú eres el que no está en su sano juicio. — respondí indignado de que no me conociera lo suficiente.

— No, pero al menos no la votes al día siguiente, espera al menos unas semanas.

Si era honesto, no quería dejar ese juego, pero no lo hacía por mi, lo hacía por ella. No le convenía para nada, y quizás en el único aspecto en el que estaríamos de acuerdo sería en el sexo. ¿Entonces para que forzar a más?

A escondidas (lemon miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora