Capítulo 6

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Allan

Llamo a su puerta varias veces seguidas pero nadie abre, sé que está dentro pero no va a contestar, no va a abrir.

—Maya, soy yo, abre la puerta —llamo de nuevo, ninguna respuesta.

Doy la vuelta a la casa y me dirijo hacia el patio trasero, salto el muro como puedo y coloco una silla bajo su ventana para poder subir y entrar.

Cuando ya estoy dentro me llama la atención un papel tirado en el suelo, lo agarro con la intención de leerlo pero siento la mano fría de Maya quitándomelo con rabia.

—¿¡Qué crees que haces?! —La rabia se apodera de su pequeño cuerpo.

—¿Qué es eso? —La miro con cara de extrañado.

—No es nada —arruga el papel y lo tira a una pequeña papelera junto a su escritorio.

—¿Qué te pasa conmigo Maya? —Intento acercarme a ella pero da un paso hacia atrás en modo defensivo.

—¿Ya has vuelto a entrar por la ventana?

—No abrías y estaba preocupado Maya, me has ignorado al salir del hospital después de haberte estado esperando fuera durante dos horas.

El silencio se apodera de la habitación y ella comienza a ordenar todas las cosas que están tiradas por el suelo.

—¿Has vuelto a tener pesadillas? —Intento detenerla sujetando sus brazos y cuando lo consigo baja la mirada sabiendo que la respuesta es un sí. Sé que ha estado llorando porque tiene los ojos hinchados.

—Pronto llegará mi padre —de nuevo comienza a recoger todo.

—No me mientas Maya, tu padre no llega hasta dentro de unas horas.

Me ignora otra vez y sale de la habitación con las manos llena de ropa sucia, me quedo de pie observando como desaparece por el pasillo, espero a ver como vuelve y se sienta en el borde de la cama. Me siento a su lado pero esta vez no se aparta.

De nuevo el silencio nos envuelve.

—¿Crees que algún día conseguiré sentirme libre? —Sabía a lo que se refería.

—No lo creo, estoy seguro.

—¿Prometes estar ahí para cuando lo consiga?

—Lo prometo —apenas susurro.

—Bueno —se levanta rápido y noto como de tambalea un poco, la sujeto entre mis brazos impidiendo que caiga al suelo.

—¿Has comido algo?

—Sí —se separa de mí.

—¿Qué has comido?

No responde y ahí entiendo que su silencio me da la respuesta.

Camina hasta salir de la habitación y se mete dentro del baño, me quedo quieto observando la oscuridad y a los minutos escucho el agua del grifo correr.

Durante unos segundos más me quedo parado hasta que mi mente reacciona y mis pies se dirigen solos hacia la papelera donde Maya había tirado el papel, me agacho y lo agarro.

Lo abro sin pensar en las consecuencias y leo:

"No intentes esconderte, muéstrate quién eres en realidad"

Mis ojos lo miran pero no captan el significado, lo vuelvo a releer una y otra vez, mis músculos se tensan y arrugo el papel en mi mano con fuerza, lo vuelvo a tirar en la papelera con rabia intentando unir piezas en mi cabeza y buscando a la persona que haya podido hacer algo así.

Trato de calmarme clavándome las uñas en las palmas de la mano y me doy unos minutos para mí mismo antes de escuchar el agua dejar de correr.

Salgo de la habitación de Maya y aporreo la puerta del baño una y otra vez.

—Maya.

—¿Todavía sigues aquí? —Escucho al otro lado.

—¿Quién te ha escrito esa nota?

—¡No lo sé! —medio grita y abre la puerta con agresividad —. No sé de quien es, me lo encontré en el suelo cuando llegué —pasa por mi lado empujándome un poco.

—¿Me puedes explicar que te pasa? —Voy detrás de ella mientras que pone a lavar toda su ropa.

—¿Qué es lo que te tengo que explicar Allan? ¿Qué quieres saber? —Se da la vuelta encarándome.

—¿Qué te dijeron en el hospital?

—Nada —de nuevo me da la espalda y sigue ordenando cosas tiradas por el suelo.

—Estos días has estado muy rara conmigo, ¿qué es lo que te pasa?

—He conocido a otro chico —suelta sin pensar en el daño de sus palabras.

Aprieto los puños a mis costados e intento contener las ganas de llorar. Me mira pero no encuentro expresión ninguna en sus ojos.

—No quiero seguir contigo, se acabó.

—¿Estás rompiendo conmigo después de tres años?

—Creo que he sido suficientemente clara —la frialdad en su voz me toma por sorpresa —. Ahora vete de mi casa.

—Está bien, lo entiendo, no te voy a retener y voy a seguir estando ahí para lo que necesites, para ti —tenso la mandíbula y aparto la mirada de sus ojos vacíos.

Me doy la vuelta y salgo de su casa cerrando de un portazo. Meto las manos en los bolsillos y camino con la cabeza baja hasta el bosque, el bosque donde íbamos Maya y yo a ver las estrellas. El bosque que guarda tantos recuerdos y secretos.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora