Capítulo 23

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Marco

Camina hacia mí lentamente, su mirada está fija en la mía, lleva un vestido negro precioso que contracta con su piel pálida.

Todas las personas de alrededor han pasado a un segundo plano y yo solo puedo fijarme en ella y en su mirada azulada que me transporta al cielo.

Yo me acerco a ella al mismo paso, lento, torturador.

La canción de fondo cambia y nos sumergimos en una lenta, "The Night We Met" nos envuelve cuando las primeras notas empiezan a sonar.

Al fin conseguimos estar frente a frente, sujeto su cintura con mis manos y ella envuelve mi cuello con las suyas, nuestros cuerpos se adaptan al ritmo de la canción de inmediato.

Nuestros rostros están cerca, muy cerca y ya casi puedo sentir sus labios rozar los míos.

Abro los ojos de golpe. Siento como mi pecho sube y baja. Sigo en el sofá sentado, en la misma posición.

Observo a Maya que duerme plácidamente.

El primer rayo de luz se cuela por el gran ventanal y me da directamente en la cara abrumándome la vista, entrecierro los ojos y me levanto del sofá dirigiéndome a la cocina.

Sirvo un poco de café con leche y apoyo los antebrazos en la encimera con la taza entre mis dedos, mirando hacia la puerta, entonces la veo caminar hacia mí descalza, con su camisón blanco de tirantes resbalándose por su hombro sutilmente y con una media sonrisa en la cara.

Se sienta en el taburete de enfrente sin decir absolutamente nada y agacha la cabeza jugueteando con sus manos en el regazo.

—Lo de anoche... —comienza a decir.

—Está bien Maya, no hace falta que te justifiques, solo no lo vuelvas a hacer —la interrumpo y tomo un sorbo del café.

—Es tan fácil decirlo —murmura.

—¿Y que quieres que te diga Maya? Vamos, ve y lánzate de nuevo, esta vez no iré a por ti, no habrá nadie para rescatarte, ¿quieres escuchar eso? —Sigue sin mirarme —. Intento comprenderte Maya y lo único que quiero es que vivas y seas feliz.

—No necesito que nadie me comprenda, no necesito que finjas que te importo y que mucho menos te importe mi felicidad.

—Me importa tu felicidad más que la mía y me importas tú más que nadie —confieso.

El silencio es abrumador, su mirada se encuentra con la mía pero solo veo soledad en ella.

Se levanta del taburete y se da la vuelta saliendo de la cocina, la veo desaparecer en la oscuridad del pasillo.

Cierro los ojos y respiro hondo arrepintiéndome mentalmente de mis palabras.

Termino el café y salgo de la cocina, no encuentro a Maya por ningún lado, salgo de la casa y la veo sentada en el borde del muelle de madera con los pies colgando, me dirijo hacia allí y me siento a su lado sin decir nada.

—Quiero saber la verdad Marco —susurra —. Necesito saberlo.

—¿Estás preparada?

—Siempre lo he estado —balancea los pies y mantiene la mirada ahí.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora