Maya
"May, no tienes ni idea de lo que me duele escribirte esto, ni siquiera tengo el valor de decírtelo a la cara porque soy un cobarde, siempre lo he sido. Quiero darte las gracias por todo este tiempo juntos, no sé cómo lo hiciste May, me enamoré de ti, estuve tantos años enamorado de ti, tantos años detrás tuya que duele y siendo sincero lo sigo estando.
Maya, Maya, Maya... me he enamorado hasta de cómo pronuncio tu nombre, de tus ojos y mirada, tu sonrisa es mi mayor adicción, me enamoré de tu forma retorcida de querer y hasta me enamoré de tu forma de ver el mundo, eres tan pequeña, se te ve tan frágil que me da miedo tocarte que te rompas, pero no eres débil ni mucho menos.
Lo siento May, pero sí, esto es una carta de despedida y no porque quiere alejarme de ti o me vaya otra cidad, sino porque me quiero morir. Sé que te prometí quererte y amarte hasta ancianos hasta el final pero te fallado. Me duele tanto, soy un imbécil, Maya te quiero de verdad, te amo de verdad y siempre lo haré pero no en esta vida.
Sé que conseguirás esa libertad de la que siempre me hablabas en esas noches oscuras, nunca me cansaba de escucharte, ha sido, eres y serás lo mejor que me ha pasado y sé que por fin serás feliz y le demostrarás al mundo lo fuerte que eres, porque lo eres May.
Debes dejarme ir, olvidarme y seguir con tu vida. Maya sé feliz, consigue tu sueño de ser enfermera y de tener la posibilidad de cuidar a otros. Cásate, ten hijos vive la vida que me decías que querías tener pero ahora con otro.
Me duele dejarte atrás después de haber estado a tu lado durante tanto tiempo, cuidando de ti, dándote la mejor parte de mi, uniendo tus pedazos rotos, esos que yo rompí.
Y recuerda no puedes salvar a alguien que no quiere ser salvado.
Allan B."
El papel se empapa por mis lágrimas y la tinta se corre, lo arrugo en mis manos y caigo derrotada al suelo apoyada en la cama, pego las rodillas a mi pecho y la habitación se inunda por mi llanto ahogado.
Los pulmones me arden y me cuesta respirar, siento a alguien sentarse a mi lado, cuando veo a Nis un sollozo se escapa de mi boca y ella me abraza con fuerzas.
—Estoy aquí —susurra y yo la abrazo con más fuerzas aún.
—Te necesitaba tanto —digo en un hilo de voz.
Ya no lo volveré a ver, ya no le escucharé pronunciar mi nombre, ya no podré apreciar su olor, escuchar su risa, sus bromas. Ya no sabré nada de él.
—Quiero que vuelva, lo necesito.
—Te entiendo, pero ya no puede volver Maya.
—Lo amaba Nis, él lo sabía y aún así se suicidó.
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Silencio
RomanceLos silencios llenos de miradas sin respuestas, las dudas, los secretos, las mentiras, el sufrimiento detrás de gritos ahogados en desesperación que no se dejan salir y las sonrisas fingidas que se convierten en un rostro serio lleno de oscuridad y...