Capítulo 24

115 11 0
                                    

Maya

La playa es silenciosa y oscura, las olas del mar rompen en la orilla transmitiéndome paz y tranquilidad.

Estoy sentada en la arena fría, observo la luna llena y las estrellas que brillan en el cielo y me acuerdo de mi padre, de Allan, sonrío tristemente ante el recuerdo.

—Siempre tan pérdida —la voz de Ales suena a mi espalda.

—Siempre apareciendo por sorpresa —se sienta a mi lado.

—Es mi especialidad —se ríe —. Sabía que ibas a estar aquí, siempre lo estás —se encoje de hombros.

—¿A qué has venido? —Pregunto cansada.

—A hablar —dice en un tono más serio.

—Yo no tengo nada de que hablar contigo.

—Quedas con mi mejor amigo sin avisar, te lo llevas a una casa del lago y te confiesa que le gustas, creo que da mucho para hablar.

—No tengo porqué darte explicaciones —me defiendo.

—Lo que siento por ti es muy fuerte Maya y no quiero que nadie intervenga en lo que tenemos.

—No tenemos nada —digo tajante.

Sigo concentrada en las olas del mar, en como llegan casi a mis pies descalzos.

—Yo también siento algo por ti muy fuerte Ales pero no puedes venir a pedirme explicaciones de esta manera.

—Lo siento Maya pero estaba cabreado y sé que no lo tengo que pagar contigo, lo siento —vuelve a repetir.

—No pasa nada —apenas digo en un susurro.

—Ya hablé con Marco y me dijo que ya no iba a volver a acercarse a ti —dice después de unos minutos.

Mi corazón se hace pedazos cuando escucho esa frase y reprimo las ganas de llorar. Tomo una respiración profunda para controlarme pero mis pulmones arden.

—No confío en ti —le enfreto y giro la cabeza para sumergirme en su mirada verde.

—Yo tampoco confío en ti —tensa la mandíbula, su rostro cada vez está más cerca del mío —. Estás tan rota —susurra rozando mi boca.

Nuestros labios se unen en un beso sutil, lento, delicado, escaso.

—Rota por dentro —dice separándose de mi.

—No estoy rota —titubeo —. No lo estoy —digo sin aliento.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora