Capítulo 7

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Maya

(2 meses antes)

La oscuridad me envuelve una noche más y vuelvo a ser presa de los demonios que me atrapan.

Camino entre las sombras de las calles, la luna ilumina mi camino y las estrellas son mi guía para orientarme en esta penumbra.

El silencio es absoluto y yo solo quiero gritar para romperlo pero no puedo porque ya me ahogué hace tiempo, la garganta me pica por callarme tantas cosas y los pulmones me piden que respire hondo para no asfixiarme con mi propia voz.

Estoy perdida en mi mente, mis pies caminan sin dirección alguna, es automático. Me siento al borde de un acantilado, mis pies cuelgan y siento el vértigo correr por mis venas al ver lo alto que está, el aire fresco acaricia cada facción de mi cara y mi pelo le sigue el ritmo al viento. Mis ojos están fijos en el horizonte pero solo veo oscuridad, el sonido de las olas del mar me transmite una sensación de paz y libertad.

Cierro los ojos y respiro hondo, mis pulmones arden y me dejo ir por un momento. Un grito desgarrador sale de mi garganta ahuyentando así a los demonios de mi interior, la garganta me pica en desesperación pero el alivio de mi pecho es notable. El silencio me envuelve junto al sonido de las olas romper.

—Bonita noche —una voz masculina suena a mis espaldas, me pongo en alerta de inmediato.

Giro la cabeza para poder verlo. Está de pie y es alto, tiene las manos metidas en los bolsillos y me regala una leve sonrisa, no puedo apreciar el color de sus ojos ni de su pelo por la oscuridad que nos rodea.

—¿Puedo sentarme? —Señala el hueco que queda a mi lado.

Sin poder darle una respuesta lo hace, se sienta a mi lado con una separación prudente y vuelve a meter las manos en los bolsillos de la chaqueta.

—¿Sueles venir mucho aquí? —Pregunta.

—Es la primera vez que vengo —mi voz es un hilo.

—¿Qué hace una niña como tú en un lugar así a estas horas de la madrugada? —Noto un leve acento en su pronunciación.

—No soy una niña —me defiendo.

—Como sea... —hace una pausa —. Oh por cierto me llamo Alessio, Alessio Flynn Murphy, y ¿tú?

—Soy Maya —respiro hondo —, Maya Collins Henderson.

—Y, ¿qué haces aquí Maya?

—Escapar —lo digo sin pensar y me arrepiento en el momento que la palabra sale de mi boca.

—¿De qué? —Inquiere.

—Sabes, creo que me voy a ir ya —ignoro su pregunta y me pongo de pie mareándome.

—¿Estás bien? —El también se pone de pie.

—Sí —miento. Siempre miento.

—Puedo acompañarte —ofrece.

—No creo que haga falta —lo rechazo sutilmente y camino.

—Es tarde, podría pasarte algo —me sigue.

—Está bien, puedes acompañarme —acepto.

Camina a mi lado en silencio, despreocupado, con las manos en los bolsillos como si nada le importara.

—Te he visto alguna vez, por el instituto.

—¿Eres nuevo? —Pregunto.

—Sí, llegué hace un par de semanas y no conozco a nadie.

—Hay rumores sobre tí.

—¿Cuáles?

—Pues que eres italiano... —arrastro la última palabra.

—Cierto —se encoje de hombros.

—Y que eres peligroso —termino.

Las cicatrices de su cara no han pasado por desapercibido en ningún momento pero he tratado de ignorarlo.

—¿Crees que lo soy? Digo, por las cicatrices —las señala.

—No lo creo.

—Eres la primera que lo dice, ¿debería sentirme halagado?

—No te lo tengas tan subido —me rio.

—Eso me ofende —se pone la mano en el pecho dramatizando.

—Idiota —le doy un pequeño empujón.

—¿Ves? Ya he conseguido hacerte reír.

Decido ignorarlo. Las calles solo están alumbradas por unas farolas que parpadean y me detengo a admirar lo preciosa que es la la luna y las estrellas.

—¿Te gusta la noche? —Su voz me saca de mis pensamientos.

—Creo que es de las pocas cosas que me gustan —confieso.

El silencio nos atrapa pero yo estoy sumergida en mi mente y sin darme cuenta ya estaba frente a mi casa.

—¿Vives aquí?

—Sí —apenas susurro.

—Ha sido un placer conocerte Maya Collins —hace una reverencia en forma de broma.

—Lo mismo digo Alessio Flynn —lo imito y sonrío.

Me doy la vuelta y antes de entrar a casa su voz suena a mi espalda.

—¿Te veo el lunes por el instituto? —Me giro para mirarle.

—Búscame —digo y entro con una sonrisa boba en la cara.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora