Capítulo 19

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Maya

No te acerques —suplico.

Vamos Maya, será divertido —se ríe.

Se acerca lentamente a mí, no puedo hacer nada para apartarme porque estoy atada de pies y manos.

—Luca, por favor —me ahogo en mis propias lágrimas.

Abro los ojos y ahí entiendo que todo era una pesadilla.

Estoy tumbada en el sofá de mi casa y siento a alguien a mi lado. La luz de la luna se cuela por la ventana y se lleva a los demonios que una vez más me atrapan.

—Maya —la voz masculina de alguien pronuncia mi nombre.

—¿Ales? ¿Qué haces aquí? —Me incorporo.

—¿No te acuerdas de lo que hablamos? Dijimos que Nisha y yo nos turnaríamos para quedarnos contigo, esta noche me tocaba a mí, ayer se quedó Nis.

Su mirada verde me observa con preocupación.

—¿Estás bien?

—Sí —miento —. No necesito que nadie se quede, puedes irte.

—No voy a dejarte sola, otra vez no.

—Te he pedido que te vayas de mi casa Ales y no te lo voy a volver a repetir —me levanto y camino dándole la espalda, sé que me está siguiendo.

—¿Qué es lo que te pasa Maya? —Agarra mi brazo provocando que me de la vuelta y enfrentarle.

—No me toques —le aparto bruscamente —. Quiero que te vayas de mi casa.

—No entiendo porque te comportas de esta manera conmigo, no entiendo porque me evitas, después de todo somos amigos, ¿no?

—No, no lo somos y nunca lo hemos sido, ¿entiendes? No quiero que vuelvas a pisar mi casa, no quiero volver a verte nunca más.

La expresión de su cara cambia, sus ojos brillan, sé que mis palabras le han hecho daño.

—Maya... —arrastra la palabra —. No puedes hacerme esto, no puedes pretender que me aleje de ti, no puedes Maya —aparta la mirada —. Sé que todo esto es muy difícil para ti y que nunca podré estar a la altura de Allan pero quiero ayudarte, quiero aprender a quererte, saber entenderte y poder hacerte feliz.

Siento el dolor en sus palabras y en su mirada perdida.

—No tienes ni idea de como de hundida me siento, nunca podrás saber por todo el dolor que he pasado —hago una pausa —. Nunca nadie estará a la altura de Allan, nunca nadie podrá ayudarme y mucho menos hacerme feliz.

—No me pidas que me aleje Maya, porque no lo haré.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora