Marco
Las oscuridad me da la bienvenida cuando abro los ojos y solo veo negro. La luz de la luna se cuela por el gran ventanal y me levanto de inmediato cuando no siento el pequeño cuerpo de Maya a mi lado.
La busco por toda la casa pero no hay ni rastro de ella, sus cosas han desaparecido también.
Agarro mi chaqueta y me la coloco mientras que salgo de ahí con rapidez.
Voy hasta el lago y cuando llego al muelle de madera veo de lejos su ropa en el borde, voy corriendo hacia allí y miro hacia todas las direcciones pero no la encuentro.
Observo las ondas del lago y es cuando veo a Maya sumergida en el agua congelada, sin ninguna intención de salir.
Salto. El frío me golpea y la busco entre las profundidades, cuando doy con ella, la sujeto por la espalda y la parte trasera de sus rodillas para sacarla de ahí lo antes posible. La llevo hacia la superficie para que el aire llegue a sus pulmones y pueda respirar.
Nado con ella en brazos hasta el muelle y la tumbo, salgo del agua y me acerco a ella comprobando que respire, no lo hace y entro en pánico. Coloco su cabeza de lado y expulsa todo el agua de su boca.
Sujeto su cara entre mis manos temblorosas y empiezo a ver borroso cuando las primeras lágrimas me salen, camuflándose con el agua que se resbala por mis mejillas.
—Maya, por favor, responde —susurro.
Acerco mi boca a la suya y tapo su nariz intentado conseguir que el aire entre en sus pulmones.
Acaricio su pelo, espero unos segundos y vuelvo a repetir la misma acción, así varias veces hasta que veo como abre los ojos y el aire llega a sus pulmones, noto como su pecho sube y baja con rapidez.
Sus ojos me miran, pero solo veo vacío en ellos.
La sujeto entre mis brazos de nuevo y la llevo hasta entrar en la casa, la tumbo sobre el pequeño sofá y enciendo la chimena rápidamente. Busco una toalla y ropa seca para ella.
Permanece con los ojos cerrados cuando la envuelvo con una manta y dejo un breve beso en su frente.
Me siento en el sofá que está en frente y la observo, su pelo castaño mojado se le pega a la frente, su piel brilla bajo la luz que produce el fuego, incluso puedo llegar a ver varias pecas sobre su pequeña nariz.
Se mueve en su sitio, queda mirando hacia a mi y abre los ojos, su mirada grita cansancio y miedo.
Me regala una sonrisa de boca cerrada y vuelve a cerrar los ojos lentamente.
—Marco —susurra con la voz débil.
No respondo, mi silencio le da a entender que continúe hablando.
—Quiero morir —balbucea.
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Silencio
RomanceLos silencios llenos de miradas sin respuestas, las dudas, los secretos, las mentiras, el sufrimiento detrás de gritos ahogados en desesperación que no se dejan salir y las sonrisas fingidas que se convierten en un rostro serio lleno de oscuridad y...