VIII

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El clima había cambiado afuera, el viento frío se había levantado de golpe pero eso no afectaba si las personas se encontraban a metros bajo tierra. Hyunjin se sentó en la plataforma de combate mirando como sus largas piernas aún así no tocaban el suelo y se balanceaban de un lado al otro. Apoyó sus manos detrás de su cuerpo y dejó que todo el cansancio de pronto lo invadiera.

El cuerpo de Jeongin se sentó a su lado, mirando un punto en sus manos mientras se colocaba unos guantes de cuero, los mismos que había usado al entrar a la enfermería esa mañana. Hyunjin se giró a verlo, su mirada de zorro estaba demasiado concentrada en las yemas de sus dedos.

—Esos son dedos, Niño Psiquis. No te sorprendas, todos los tenemos. —Habló Hyunjin, a medida que Jeongin sonreía y alejaba sus pensamientos lejos, colocándose los guantes de nuevo.

—Hay personas que nacen sin manos, chico fantasma. —Contraatacó el menor, girando su cuerpo para mirar al castaño. Hyunjin sonrió, rindiendose ante ese ataque y dejando caer su cuerpo en la plataforma.

El día había sido agotador, se había tenido que aprender mejor la historia de las tres razas como si estuviera en una maldita primaria. Además, los poderes de los demás se veían increíbles y asombrosos, pero aún le costaba asimilarlos. Sobretodo cuando estaba haciendo algo cotidiano y en solo un segundo tenía a Jisung a su lado mirando lo que hacía con atención. Y sin mencionar a Felix, quien decía en voz alta todo lo que sentía en el pecho. Definitivamente la privacidad no existía ahí abajo.

Y ahora se encontraban todos descansando, la noche había llegado más rápido de lo que creyó y jamás pensó que no tendría la necesidad de volver a casa. Tampoco es que tuviera un punto fijo al que volver, pero si se sentía extraño saber que ese lugar es al que supuestamente había pertenecido siempre. Esconderse de los demás humanos, vaya mierda de final de cuento.

Suspiró, mirando el techo gris que decoraba a metros de su cabeza y como algunas luces aún se mantenian prendidas. Jeongin continúo haciendo lo suyo.

—¿Por qué los usas? —Preguntó de golpe HyunJin, girando su cabeza para mirar los guantes negros con algunos detalles amarillos.

Jeongin abrió más los ojos como si no pudiera describir fácilmente el porque. Luego, terminó de colocarse el guante y levantó la mano para mirarla en el aire con un poco de duda.

—Hay algo. No sabría decir que, pero algunas noches, cuando todo está oscuro, mis dedos parecen brillar. Cuando le pregunté a Chris me dijo que era probable que fuera algo de mí imaginación o algo que tuviera que ver con la telepatía. Pero no lo sé, me da miedo pensar que no puedo controlar esa extraña luz en las puntas de mis dedos. Prefiero guardarla. —Admitió, bajando la mano y tragando duro, apartando algunos pensamientos que no había querido tener. Hyunjin levantó las cejas con sorpresa, no podía creer que aún le sorprendieran esos comentarios.

—Aparte de niño psiquis eres un niño lámpara. —Se burló Hyunjin, sonriendo en cuanto Jeongin le golpeó el brazo con fuerza.

—Idiota. —Se quejó, parandose en el suelo y bajando de la plataforma con cierta habilidad.

—¿No es loco pensar que hace unas horas tu eras solo el objetivo que debía asesinar? Siento que soy una persona fácil de convencer. —Soltó Hyunjin, sacando a relucir su ceño fruncido y su confusión y decepción por si mismo.

—¿Que puedo decirte? Es mí encanto.

—En realidad, si quería matarte. —Confesó, erguiendose en la plataforma para mirar a Jeongin desde allí arriba.

¿Y porque no lo hiciste, chico fantasma? —Se burló el menor, dándole la espalda a Hyunjin y sin siquiera abrir la boca. El castaño sintió su cuerpo temblar, cada vez que hablaba en su cabeza, una descarga eléctrica se extendía en su cuello.

In My Head - [Hyunin] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora