"Hay que aprender que para sanar una herida, tienes que dejar de tocarla"
Emilia Navarro es la presidenta del prestigioso corporativo 24/7. Hija de una relación extramarital, tiene que aprender a sobrevivir bajo el yugo familiar de quienes intentará...
Cuando llegó a la mansión, el ama de llaves le dijo que su hermana estaba tomando el sol en la piscina. Sabía cuánto le gustaba pasar el tiempo en aquel lugar así que no le extrañó.
—Por fin tengo el honor de verte.
—Lo siento, he tenido bastante trabajo. —Danielle se acercó hasta ella, besando su frente. Observando el color tostado de aquella piel suave y perfecta.
—Trabajas demasiado para ser la dueña de todo, cariño.
—Alguien debe hacerlo —contestó, provocando que Grecia prestara especial atención en ella.
—¿Qué estás tratando de decir?
Danielle sonrió, se dejó caer junto a la silla en la que yacía la figura escultural de su hermana, robando un sorbo de su bebida.
—Nada. Tienes suerte de que sea un día soleado. El invierno sigue aquí.
Grecia sabía que para su hermana el invierno no era un problema, dada su fama era imposible que pasara una sola noche sin el calor de un cuerpo cerca.
—También tienes suerte, mi amor.
—¿De qué?
Se inclinó despacio hasta llegar a Danielle. Sus labios se unieron en un arrebatado beso que las dejó sin aliento.
—De que no estuviera aquí... ¿vas a decirme su nombre?
Danielle rio, divertida y gustosa con la agonía psicótica de su hermana mayor. Siempre era lo mismo, pero esta era la primera vez que la sentía sutilmente insistente. La alejó de ella, para poder apreciar su gesto de locura.
—Lo sabrás luego —contestó, alejando las manos de Grecia de su pecho y su cuello poniéndose de pie—. Pero para tu tranquilidad no es nada serio.
Los ojos grises de Grecia penetraron en lo más profundo de su alma. En verdad la situación le molestaba y no podía entender porqué a esa magnitud. Todo apuntaba a que sabía perfectamente quién era su última adquisición, ¿quizá por primera vez se sentía amenazada?
—Me alegra —contestó con un tono de voz inocente. Cambiando su expresión de un segundo a otro—. Ve a visitarme a la agencia en cuanto termines de jugar, hay cosas que debemos hablar.
—Iré al bar y pasaré a la agencia después.
La chica aceptó, trató de besarla pero Grecia estaba en medio de una llamada con esa pose altiva y prepotente. No iba a caer en sus tonterías. Tomó su saco y se marchó de la mansión Lombardi.
Subió a su Bentley cuando de pronto llegó un mensaje:
"Diciembre: ¿Estás ocupada?"
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La reunión había sido un rotundo éxito ese día, su actitud relajada era evidente para los ejecutivos y el personal del corporativo. No era que Emilia fuera un ogro malhumorado todo el tiempo, sin embargo, había una luz singular que la rodeaba desde hacía días.