III

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Una semana pasó después de aquella discusión. Finalmente, las cosas comenzaban a enfriarse entre ellas. Era imposible no extrañarla, Lucía había sido luz en ese profundo túnel de oscuridad que era su vida. Había sido una semana difícil en la que coincidieron poco y para colmo, ese viernes en la noche, sintió que terminaría apuñalándose. Revisaba sus redes sociales cuando las fotografías de Lucía y Melissa aparecieron de pronto: "una velada romántica" era el título de la publicación mientras ambas chocaban su copa de vino en un famoso restaurante de comida italiana, al que ella misma había llevado a Lucía en sus mejores tiempos. Arrojó el móvil a la cama, dejando caer su cuerpo aferrando la almohada a su pecho. Quería gritar, salir corriendo de ahí, comprar el maldito restaurante y prenderle fuego para que jamás pudiera volver a ir con ella.

Su móvil brilló de pronto, lo tomó y se trataba de la notificación de una fiesta cercana en un bar de ambiente que acababa de inaugurarse hacía poco. No ganaba nada con quedarse en casa mientras todos se divertían. Era una mujer joven, dueña de una empresa y tan rica como pocos en esa ciudad. Se lo debía.

Se dio un baño de burbujas, perfumó su cuerpo con cremas y escogió un atuendo para la ocasión. Estaba dispuesta a todo. Cualquier compañía sería suficiente. Era hora de intentarlo. Subió a su auto y se dirigió hacia aquel bar, con la mente tan fría que por un instante dudó del final dulce que podría tener aquella velada.

 Subió a su auto y se dirigió hacia aquel bar, con la mente tan fría que por un instante dudó del final dulce que podría tener aquella velada

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Entró al bar y sus ojos se encontraron con muchos otros, tan fascinados como ella por el lugar y el ambiente. No había forma de que terminara sola esa noche, el sitio estaba a reventar y prácticamente todo el club estaba repleto de chicas hermosas. Aun así, jamás se había distinguido por ser una chica extrovertida. En realidad, no lo disfrutaba lo suficiente como para estar ahí más de un par de horas. Aquellos lugares le traían terribles recuerdos, podía verse buscando a Lucía y encontrarla entre la multitud besando y acariciando a una chica distinta en cada ocasión. Su expresión de satisfacción al verla ahí, buscando las migajas que le correspondían por antigüedad. Esos recuerdos eran una bomba de celos que aún la sofocaban.

Se sentó en la barra, porque según las películas, era el lugar en donde los mejores encuentros se daban. Esperaba tener suerte, si nada interesante se cruzaba en su camino volvería a casa pronto, tomaría un poco de té y finalmente esperaría el amanecer del siguiente día.

Pidió un whisky escocés y miró hacia la pista en donde todos disfrutaban de la fiesta y el baile. Miró su móvil y encontró una foto más de la pareja del año en lo que parecía ser un bar también, se besaban y en el pie de la fotografía decía: "¿en dónde estuviste toda mi vida?" aquello había sido un golpe bajo. Pensó en arrojar el móvil a la pista pero si golpeaba a alguien estaría en graves problemas.

De pronto se sintió estúpida, ¿qué demonios hacía en ese lugar? No quería estar ahí. Solo lo había hecho porque Lucía estaba pasándola bien. Pensó que quizá ella podía hacer lo mismo pero, en ese mismo instante, solo quería beber licor y emborracharse hasta quedarse totalmente dormida en la barra de aquel lugar.

Adiós, DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora