XXXIX

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Danielle llegó al departamento, abriendo lentamente la puerta para no despertar a Grecia, pero apenas entró se incorporó para ir hasta ella.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó extrañada, mirando el reloj en su muñeca—. No ha pasado más de una hora. ¿No estaba?...

Danielle se quitó la chaqueta y el saco, esbozó una leve sonrisa con la mirada perdida. En realidad necesitaba un trago y una larga siesta.

—Te hubiera encantado estar ahí.

Grecia se acercó un poco más a ella, tomándola entre sus manos para poder verla a los ojos.

—¿Dany? ¿Qué sucedió?

Se alejó, dejándose caer en el sofá de cuero con una expresión indiferente.

—Acabo de hacer el ridículo más grande de mi vida. Estaba con otra. La encontré justo después de haberse follado a su exnovia. Que ironía, ¿no crees?

—Danielle, ¿qué estás diciendo?

—Supongo que es lo mejor. Tengo mucho de lo que encargarme ahora. Yo solo hubiera sido un peligro más en su vida.

Grecia ya estaba enseguida de ella. Sabía cuánto odiaba que las personas la consolaran, solía decirle que siempre había un sentimiento de lástima en esa acción. Así que se limitó a observarla, parecía tranquila a pesar de la gravedad del asunto. Imaginó que quizá era algo que veía venir.

—Lo lamento.

—Está bien —contestó con una falsa serenidad —. Todo es temporal, ¿lo olvidas?

—Las cosas son como deben ser. Quizá solo no era su...

—Acabaremos con el bastardo de Gastón —interrumpió Danielle con una voz ahora más enérgica, se había puesto de pie mientras caminaba al mini bar y se servía un gran trago—. Y luego podremos largarnos de este lugar.

Grecia asintió, un poco más tranquila de descubrir a esa Danielle que hacía tiempo no veía. Quizá entonces se había equivocado y Emilia Navarro no era tan importante como creía. Aquello resultaba ser un gran alivio.

—Será como tú digas. Cualquier lugar será perfecto, podremos empezar de nuevo. Tú y yo, como siempre ha sido.

Danielle sonreía, fue hasta ella con una copa de coñac para brindar por aquella situación. Bebieron un sorbo y después se aferró al cuerpo de su hermana en un abrazo.

—Tú y yo, como siempre ha sido...—susurró.

Los días pasaron desde su ruptura, Danielle había recibido un par de mensajes de Emilia desde entonces

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Los días pasaron desde su ruptura, Danielle había recibido un par de mensajes de Emilia desde entonces. Decidió no responder porque su corazón aún no estaba listo para continuar y estaba segura que tampoco el de ella. Además, su venganza contra Gastón estaba por comenzar y después de pensarlo el hecho de que Emilia estuviera lejos era lo mejor. Y aunque las cosas quizá no volverían a ser las mismas entre ellas aún estaba pendiente su promesa con Umberto. El maletín azul con la información sobre Dalia estaba en su caja fuerte, en cualquier momento tendría que hacérsela llegar.

Adiós, DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora