Grecia había vuelto a casa después de su viaje con Gastón. Estaba realmente cansada, soportar a ese idiota era una tarea difícil pero sentía que estaba por lograr su objetivo. Una vez que el plan finalizara no tendría que preocuparse más por él...
Entró a su habitación, se dio un largo baño, observando en su cuello y brazos las terribles marcas que aquel salvaje le había dejado. Se colocó una blusa con mangas largas y bajó al escuchar la voz de Danielle en el recibidor.
—Dany, que gusto poder verte. —Su pequeña hermana no parecía tener el mismo entusiasmo que ella. Pero aun así la saludó tranquilamente besando su frente—. ¿Pasa algo?
Danielle negó. Simplemente estaba cansada después de su extenuante jornada laboral entre la agencia y los clubs, sentía que necesitaba unas vacaciones. Hacerse cargo de todo mientras su hermana pasaba sus días con Gastón comenzaba a parecerle muy injusto.
—No he descansado bien, ¿qué tal tu luna de miel en yate? ¿Le diste la píldora azul?
Grecia carcajeó. Mirando sigilosa hacia ambos lados para cerciorarse de que Amelia no rondara por ahí.
—Aún no la necesita —aseguró, acercándose despacio hasta Danielle, deslizando suavemente una de sus manos desde sus pechos hasta su vientre. Aferrando sus dedos al botón de su pantalón—. Te sorprendería lo que es capaz de hacer.
—No creo que nada de lo que haga ese idiota pueda sorprenderme. —Endureció sus quijadas al sentir los dedos fríos de Grecia desabotonando su pantalón e introduciendo su mano para acariciar su sexo con precisión.
—Supongo que nada supera esto, ¿o sí?
Observó ese par de ojos grises fijos en ella mientras su respiración comenzaba a acelerarse. La tomó por los hombros para dirigirla hasta la habitación, cuando descubrió un gesto de dolor en su rostro.
—¿Te lastimé?
—No, estoy bien. Solo dormí mal y mi cuerpo debe tener alguna contractura.
No iba a caer en esa mentira. Después de abrir la puerta la empujó hacia la habitación, desabotonando de un tirón su blusa para descubrir aquellos hematomas en su vientre y sus costillas, algunos más en sus brazos y hombros. Además de un chupetón que iba desde su cuello hasta sus pechos.
—Tiene... ciertos gustos... —dijo con tranquilidad para restarle importancia.
Pero Danielle sentía como si algo le quemara las entrañas. Caminó hacia el otro extremo del lugar cerrando los puños con fuerza.
—¡¿Por qué lo hizo?! ¡Contéstame! —Su voz había salido con una potencia intimidante.
Grecia dio un pequeño sobresalto al descubrir su irracional comportamiento. Sabía que lo mejor era actuar serena e intentar tranquilizarla.
—Es un idiota. Estaba enojado. No lo hagas más grande de lo que es, ¿quieres? —Volvió a colocarse la blusa y caminó unos pasos lejos de Danielle—. Además, no es como si tú no dejaras marcas, cariño.
Danielle había llegado hasta ella de nuevo, tenía esa mirada trémula. Adoraba que se preocupara por ella de esa forma pero no podía dejar que perdiera la cabeza.
—¿En las costillas? —continuó, mientras Grecia la observaba—. ¿Como si fueras un saco de box? ¡¿Estás demente?! ¿Por qué lo hizo?
La chica suspiró. Sacó un cigarrillo de su bolso que colocó sobre sus labios con elegancia. Sabía que decirle la verdad a Danielle no era buena idea, pero era mejor que lo supiera para poderla persuadir antes de que Gastón le hiciera personalmente la invitación.
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Adiós, Diciembre
Romance"Hay que aprender que para sanar una herida, tienes que dejar de tocarla" Emilia Navarro es la presidenta del prestigioso corporativo 24/7. Hija de una relación extramarital, tiene que aprender a sobrevivir bajo el yugo familiar de quienes intentará...