♠CUATRO♠

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Melina y Bruno como siempre parecían simbióticos uno detrás del otro

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Melina y Bruno como siempre parecían simbióticos uno detrás del otro. Sam estaba bailando con una hermosa chica trigueña de su facultad y querían comerse la pista con sus sensuales movimientos.

Esteban y su amigo Héctor jugaban fuercitas en una de las mesas junto a nosotros y yo estaba ahí, sentada tomándome el mejor tequila que hubiera tomado últimamente.

Luego de tres hidalgos, ya se me había olvidado el mal trago con Ángel y la pista me llamaba para moverme al ritmo de la música.

Detesto el reguetón.

Pero debo admitir que unos tequilas encima, la hacían excelente para bailar.

La música vibraba sobre mi piel húmeda, mi cabello alborotado se mecía despacio, mis ojos brillaban con las luces neón y el tequila comenzaba a darme la felicidad que tanto me gustaba. Sentí unas manos rodeándome por la espalda y acercarse a mi cuerpo uniéndose al ritmo de mi cuerpo.

Se sentía bien.

Era necesario el maldito contacto físico para completar una buena noche de parranda y estas manos sobre mi abdomen estaban guiándome por el camino correcto. Me dejé tocar por sus manos que exploraban más arriba y cuando sentí sus dedos pellizcando mis pezones, sentí el ramalazo de necesidad.

Me giré hacia el tipo detrás de mí y me encontré con un par de ojos oscuros coronados por espesas pestañas rizadas que hacían juego con su cabello salvaje y despeinado. Una barba de candado muy bien recortada enmarcaba unos labios delgados y sensuales que sabían bien como reír. Su colonia cítrica me envolvió.

— Eduardo. — Me dijo acercándose a mi oído. Yo le sonreí y luego lo besé.

Él pareció sorprendido por un par de segundos, pero no tardó en reponerse de la sorpresa y me correspondió el beso de un modo salvaje y urgente. Sus manos ya estaban acostumbradas a mi cuerpo y era obvio que sabía cómo hacer las cosas.

Mis ojos estaban abiertos, expectantes como siempre a cualquier eventualidad y sentí como el tequila caía sobre nuestros rostros.

El barman y las meseras tienen por costumbre pasar en medio de la pista de baile, repartiendo shoots aéreos a quienes continúan bailando y no tienen tiempo de ir a la barra. Así se aseguran de que la fiesta dure mucho más.

El alcohol se resbaló entre nuestros labios y el beso se hizo más urgente, las ovaciones de los morbosos que nos miraban se hicieron más intensas y todos gritaban "shoot...shoot...shoot"

Eduardo le quitó la botella a la chica y dirigió el chorro hacia mi boca. Yo cerré los ojos y comencé a tragar el alcohol mientras los demás aplaudían y contaban del uno al 16 que fue cuando me rendí. El líquido quemaba en la garganta y nadie me daba siquiera un limón para mitigar el ardor.

Pero la multitud seguía coreando el conteo del uno al 18, 19, 20 y 21. Que fue cuando Eduardo se detuvo y los aplausos hicieron eco resonando en todo el bar. Me tomó de la cintura y me levantó sin ningún problema, estampando sus labios en mi boca. Nuestras lenguas urgidas se llenaban del delicioso sabor del tequila y el sudor que para ese momento ya comenzaba a correr nuestros cuerpos.

TE DESEO A TI (CENSURADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora