♠DIECIOCHO♠

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Kendra estaba completamente dormida sobre mis piernas. Su hermoso cabello negro enredado entre mis muslos, la palanca de velocidades y el asiento de mi auto.

Tuve que sacarla cargando de ese bar, porque se negaba a salir de ahí. Pero más había demorado en subirla al asiento del copiloto, que en lo que ella se había quedado dormida.

Le acaricié el cabello. Se sentía suave y sedoso, justo como lo recordaba y despedía un aroma de lilas y limones.

No tenía idea de donde vivía y mucho menos que hacer en esos momentos, así que decidí llevarla a un hotel y esperar a que se le pasara la borrachera.

Daniel, mi amigo, estaba en iguales condiciones, pero al menos, él tenía un chofer al que llamar, que se encargaría de llevarlo directamente hasta su habitación sin riesgo de que tuviera un accidente.

Pero Kendra no.

Ella estaba sola en el bar, no había visto a Melina por ningún lado y no sabía si tenía más amigos. Me acerqué a ella con la intención de saludarla, pero me dijo "no estoy disponible".

Me causó tanta gracia que comencé a reír y ella abrió los ojos, solo para volverme a ignorar.

—Kendra, soy Ángel, el amigo de Bruno. — Ella abrió los ojos de golpe y me encontré con su mirada vidriosa. Estaba demasiado ebria.

—¡Ángel! ¡Chiquito bebé! ¿Qué haces aquí? — Su voz era melosa, pero atropellada.

—Vine con un amigo. —

—¿Me estas acosando? — Se rio con una sonrisa sugerente. Incluso ebria, era la mujer mas sexi que hubiera conocido.

—¡No! De verdad es coincidencia. — Sonreí apenado.

—¡Lastima! Hubiera... sido lindo que fueras mi acosador. Con esos ojos y esas manos, sería capaz de hacerme la interesante con tal de que siguieras todos mis pasos. — Sus palabras se escuchaban torpes, como un ronroneo suave, pero sus manos parecían tener mente propia, una mente que no estaba turbada por el alcohol.

—¿Quieres que te lleve a casa? —

—No quiero, mejor bailemos. — Dijo mientras se abrazaba a mí con su sonrisa desairada y su mirada perdiéndose cada vez más.

Se abrazó a mis hombros y sus labios quedaron solo un poco por debajo de los míos. Yo mido más de un metro con ochenta y, aun así, sus labios y los míos estaban casi al mismo nivel. No sé porque comencé a calcular la estatura de Kendra, de hecho, tomé en cuenta que ella llevaba tacones y que su vestido negro tenía algunas transparencias en el escote y la espalda.

Sé, que eso ni siquiera tiene sentido. Pero no podía pensar en otra cosa más que en lo preciosa que se veía deslizando su cuerpo alrededor del mío.

TE DESEO A TI (CENSURADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora