♠UNO♠

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Lo vi pasar frente a mí con sus amigos

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Lo vi pasar frente a mí con sus amigos. No era el chico que más destacaba, en realidad, iba detrás del pequeño grupo de primates que alardeaba de sus hermosas caras.

Pero él no.

No es que su cara no fuera hermosa, solo no era tan llamativa como las de sus amigos.

Él tenía un par de ojos verdes centellantes coronados por pestañas espesas y curvadas de un color caoba suave. Había repasado sus lunares: uno bajo su ojo derecho y otro más bajo su labio izquierdo.

Y he de confesarles que sus labios eran una invitación a probarlos. Gruesos, rosados y sensuales. Una combinación adictiva y peligrosa.

Su cabello ondulado y castaño, combinaba a la perfección con su piel trigueña. Él no era moreno, pero no llegaba a ser rubio, era como ese delicioso chocolate con leche que te complace en las tardes de verano.

Se veía distraído. Toda su atención estaba puesta en el pequeño aparato en sus manos y seguía a sus amigos como un autómata, sabiendo dónde parar y dónde seguir, pero sin levantar ni un momento la mirada.

Yo estaba del otro lado de la rotonda, tomando un frappe con mis amigas en una de esas mesitas de mimbre.

— ¿Quién es él? — Le pregunté a Melina que estaba saludando a Bruno moviendo efusivamente la mano al aire.

— ¡No nos avergüences! — Agregó Samantha con fastidio.

— Tú, eres una amargada. — Se refirió a Sam. — Y tú ¿De quién me hablas?— Dijo mientras le mandaba besos a Bruno que ya estaba entrando al billar frente a nosotras.

— El chico que va detrás de Bruno, el de playera blanca con los lentes rojos. —

— ¡Ah! ¿El que acaba de chocar con el mostrador? — Preguntó mientras veíamos como chocaba con la entrada sin levantar la mirada. — No tengo idea. ¿Quieres que averigüe? —

Le contesté que sí y cambiamos de tema.

Yo seguí mirándolo a través del cristal del billar. Se sentó en uno de sus banquitos altos y tomó el taco prestando toda su atención a los trogloditas que estaban a su alrededor pegándole a las bolas.

El modo en como sus delgados y largos dedos se movieron hábilmente por toda la extensión del tacó, hizo que mis temperatura se elevara unos cuantos grados. Luego se inclinó hacia adelante, extendiendo sus dedos con elegancia sobre el suave paño de la mesa. Su mirada se clavó en la bola blanca frente él, se mojó los labios con la punta de la lengua y luego dio el golpe certero y supe que no había fallado porque su sonrisa se extendió triunfal.

No pude evitar el imaginar esos dedos hábiles bajo mi ropa, sobre mi piel, dentro y fuera de mi cuerpo.

Un sin número de sensuales imágenes de él y yo desnudos sobre esa mesa de billar me impactaron con una ola de calor y ansiedad.

TE DESEO A TI (CENSURADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora