Me acerqué a su boca y dejé que mis labios se posaran sobre los suyos de un modo tímido. Él no dejó de mirarme y en sus ojos había sorpresa y quizá miedo, pero no se separó ni me rechazó, así que tomé su rostro entre mis manos húmedas e intensifiqué el beso un poco más, él cerró los ojos y esta vez me siguió el paso.
Sus labios eran gruesos, suaves y los movía de un modo que no puedo explicar, casi respetuoso. Tanteé el territorio con mi lengua y sentí su aceptación. Ahora, sus manos estaban sobre mi cintura, atrayéndome hacia él.
Pero no podía cantar victoria hasta no tenerlo dentro de mí.
Mis ansias por él me estaban quemando y pedían a gritos ser saciadas y bueno ¿Quién soy yo para negarle algo a mi propio cuerpo?
En dos movimientos ya estaba sentada sobre su regazo. Él se sorprendió pero no le di pie para negarse, comencé a juguetear con mi lengua en su oreja mientras pegaba mi cuerpo ansioso al de él.
- Kendra. - Escuchar mi nombre en su voz era delirante.
- ¿Mh? - Pregunté mientras seguía avanzando por la deliciosa piel que me llevaba de su cuello al territorio sinuoso de su clavícula.
- ¿Qué estás haciendo? - Preguntó ingenuamente.
- ¿En serio no lo sabes? - Contesté sin mirarlo, mi lengua ya estaba jugueteando con sus pezones que ahora sabían a jugo de naranja.
- No es eso, es decir ¿Por qué lo haces? - Alcanzó a decir antes de no poder reprimir el gemido que se le escapó de la garganta.
- No tengo una respuesta para eso. - Respondí mientras zafaba el último botón de su camisa de algodón y mi boca se apoderaba de su abdomen.
Era completamente adorable.
No tenía abdominales marcados pero su piel era inmaculada, de un color uniforme e hipnótico.
Levanté la vista cuando por fin llegué a la jareta de su pantalón y me detuve. Una vez que pasara ese último obstáculo, él sería mío.
Tiré de la jareta, aflojé su agarre y él seguía aferrándose al reposabrazos del sillón de playa. Sus dedos estaban blancos por el agarre y sonreí triunfal.
Su miembro saltó firme y pétreo haciendo honor a su estatura.
- Kendra. - Ahora su voz era ahogada, dijo mi nombre como un ruego.
Si, ruega cariño.
Repartí pequeños mordiscos alrededor de él y dejé que mi aliento tibio lo alcanzara mientras estimulaba su base suavemente, pude sentir su estremecimiento y luego colocó sus manos en mi cabeza.
- ¡Detente! - Dijo arqueándose un poco hacia adelante. Yo lo miré y luego di un lametazo por toda la longitud de su pene, que no era poco.
- ¿Me detengo? - Indagué formando espirales con mi lengua alrededor de la punta. El sabor ligeramente salado de su lubricación me dio la bienvenida.
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TE DESEO A TI (CENSURADA)
RomansaToda la auto determinación de Kendra colisiona con sus sentimientos cuando se ve envuelta en una espiral decadente de deseo, pasión y amor. Ella esconde un lado que no puede mostrarle a cualquiera y aunque su vida parezca perfecta, no lo es. Nunca h...