La habitación era enorme y lujosa con sus acabados finos y cromados. El sol ya se había ocultado y afuera caía un aguacero tremendo, así que no había motivo para abrir las ventanas. Desde que entramos, Ángel comenzó a besarme con dulzura, moviendo sus labios con suavidad, como si disfrutara cada milímetro de mis labios.
Me encantaba que me besara de esa manera. Una mezcla de pasión y respeto que en verdad no podía definir.
Las luces principales estaban apagadas y únicamente había una lamparita tenue del otro lado de la cama frente al tocador y casi no se veía nada, salvo nuestras miradas que se habían encontrado por un momento quizá un poco más largo de lo normal. Su sola mirada honesta me calentó hasta el alma.
Había adoración en sus ojos verdes.
Respondí a sus besos del mismo modo porque así lo sentía. En verdad tenía ganas de estar entre sus brazos.
Su mano se fue hacia el apagador y yo se lo impedí volviéndolo a besar, lo que menos necesitaba en ese momento era que viera las marcas que otro hombre había dejado deliberadamente en mí.
Le saqué la playera por encima y sus rizos se revolvieron, dejando escapar el suave aroma de su perfume mientras lo llevaba entre trompicones hasta la cama. Ángel se dejaba llevar por mis manos.
Increíble como ese imponente hombre grande y atlético no oponía ninguna resistencia contra mis manos aparentemente frágiles.
Caímos en la cama sin demasiada delicadeza, pero no era algo que para ese momento importara. Podía sentir su deseo creciendo bajo sus pantalones y eso me otorgaba una sensación de poderío que llenaba mi ego.
Él enredó sus manos en mi cabello, dándole más espacio para que probara mi cuello mientras mis manos ya estaban quitándole el pantalón. La urgencia que sentía hacia él, hacia su cuerpo y sus manos, rebasaban cualquier otra emoción.
Nuestros labios se enredaban en un compás imposible de parar. Su lengua y la mía colisionaban ansiosas de probarnos mutuamente.
Mi ropa llevó el mismo destino que la suya y en cuestión de nada, ya estábamos desnudos, sintiendo nuestros cuerpos febriles frotándose con desespero, como si incluso nos estorbaran para alcanzar a tocarnos más allá del plano físico.
— Kendra. — Su voz era ronca y suave. Pronunciaba mi nombre con tanta devoción como si fuera un bisílabo sagrado.
Sus manos tomaron mi rostro con delicadeza, la escasa luz no me permitía mirar más allá de sus hermosos ojos verdes que ahora tenían ese destello oscuro que tanto me excitaba.
Me besó tan profundamente, que dejé escapar un suspiro.
La sonrisa perversa de Eduardo me llegó a la mente y quise desecharla de inmediato, pero seguía ahí, asechando escondida detrás del delgado velo de mi conciencia.
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TE DESEO A TI (CENSURADA)
RomanceToda la auto determinación de Kendra colisiona con sus sentimientos cuando se ve envuelta en una espiral decadente de deseo, pasión y amor. Ella esconde un lado que no puede mostrarle a cualquiera y aunque su vida parezca perfecta, no lo es. Nunca h...