La semana transcurrió relativamente tranquila. Necesitábamos estudiar suficiente porque tendríamos finales en un mes y estábamos a nada de pasar al último año. Tesis era una de las materias que más nos preocupaban pero aun así, al menos Ángel y yo lo estábamos haciendo bien.
La clase de sociología también la había tomado Eduardo y hay que admitir que dominaba el tema. Hizo la misma presentación y nuevamente nos levantamos para presentarnos, pero al final de la clase, llamó a otros chicos. Por suerte.
El viernes a las diez, teníamos dos horas de Ética, así que Ángel y yo nos sentamos juntos.
Eduardo estuvo especialmente animado explicando los procesos evolutivos que llevaron a la ética a relacionarse con la sociología y básicamente todas la áreas de humanidades.
—Les he enviado un correo electrónico agendándoles la hora en que los veré en mi oficina para poder revisar su ensayos y evaluar sus áreas de oportunidad. —
—Profe, a mí no me llegó nada. — Se escuchó una voz por ahí.
—A eso iba. Si no les llegó un correo con mi nombre, significa que no me dieron bien su correo electrónico o simplemente no lo tengo. Pasen conmigo antes de irse para confirmar porque el ensayo es una parte importe para la evaluación. Los que ya recibieron el correo, pueden irse. —
—Profe, aquí dice que tengo cita con usted a las 12:15 horas. — Dijo una voz femenina.
—Entonces en 15 minutos la veo en mi oficina con su ensayo. —
—Profe, es usted soltero. — Preguntó una atrevida. ¡Ok! Eso sí me interesaba.
—No. Tengo a la mujer más perfecta del jodido planeta. — Contestó Eduardo con una sonrisa, recibiendo una ola de desconsuelo como respuesta.
—Profe, pero si le gustan las mujeres, verdad. —
—Mucho. — Contestó mientras guardaba sus cosas.
—Profe, profe, si saco diez en sus tres clases ¿Me hace un hijo? — La risa escandalosa del grupo opacó la respuesta de Eduardo.
—Las trae de nalgas. — Comentó Ángel.
— ¿Cómo? —
—El profesor, las trae de nalgas a casi todas. —
—Es que nunca han tenido oportunidad contigo. — Dije coqueta dándole un besito en los labios.
Él estaba sentado en la mesita y yo me coloqué entre sus piernas. Me abrazó por la cintura y sonreí colgándome de su cuello. Me encantaba que todos me vieran con él.
— ¿A qué hora te tocó tu cita con el profesor? — Preguntó mientras me daba otro besito.
—No me llegó el correo. —
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TE DESEO A TI (CENSURADA)
RomansToda la auto determinación de Kendra colisiona con sus sentimientos cuando se ve envuelta en una espiral decadente de deseo, pasión y amor. Ella esconde un lado que no puede mostrarle a cualquiera y aunque su vida parezca perfecta, no lo es. Nunca h...