♠VEINTICUATRO♠

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-¿Ángel? - Escuchaba la voz de Kendra lejana y ahogada.

El número en la pantalla era el de Vannia y eso era imposible, completamente imposible.

-¿Ángel? ¡Por Dios! No me asustes. - Sentí su mano en mi mejilla y me eché para atrás, asustado por todos los escenarios que aparecían en mi cabeza.

La miré y no encontré mas que incertidumbre en su rostro.

Me levanté con la intención de irme nuevamente, pero Kendra me sujetó con ambas manos de mi brazo y me detuvo.

-¡No te irás! ¡Dime que carajo está pasando! - Exigió evidentemente asustada.

Me llevé ambas manos a la cara, intentando controlar mi respiración que para ese momento sonaba como una aspiradora descompuesta, luego me limpié las manos en los pantalones.

Temblaba.

-¡Ángel por favor! - Se paró frente a mi y sujetó mi rostro con ambas manos, intentando conectar con mi mirada. - Háblame, Ángel. - Su voz era suave, pero se escuchaba asustada.

Sentí como me guiaba hasta el sofá y se sentaba junto a mí.

Comencé a llorar.

Con toda la vergüenza y el dolor y la culpa agolpándose en mi pecho, lloré.

Sentía que no llegaba suficiente aire a mis pulmones y las lágrimas seguían derramándose como si hubiera abierto el grifo de todos los sentimientos que me había estado guardando durante los últimos años.

Kendra me abrazó y no preguntó nada, únicamente me guio hasta su pecho y dejó que llorara en paz.

Luego de lo que parecieron horas, cuando por fin pude calmarme, ella me ofreció un trago de café frio y me dio un poco mas de tiempo para que me calmara hasta que por fin, mi respiración se estabilizó y comencé a hablar.

-Ese número, ese... ese número de teléfono, no debería estar en uso. - Dije sin más y se formó una arruga en la frente de Kendra.

-¿De qué número hablas? ¿Cuál de todos? -

-Kendra, necesito decirte algo, pero, prométeme que me escucharás hasta el final. Después de oírme, puedes tomar la decisión que consideres apropiada. -

-Me asustas, Ángel. -

-Hace... hace unos tres años, cuando estaba en la ciudad de México, yo era una persona totalmente diferente. - Comencé y ella me interrumpió acariciando mi brazo.

-Todos tenemos historia, Ángel. -

 -

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