Toda la auto determinación de Kendra colisiona con sus sentimientos cuando se ve envuelta en una espiral decadente de deseo, pasión y amor.
Ella esconde un lado que no puede mostrarle a cualquiera y aunque su vida parezca perfecta, no lo es.
Nunca h...
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27
Si me preguntan ¿De qué trató aquella clase? Sería imposible para mi contestar. No pude prestar atención a una sola palabra que el profesor dijo.
Mi cabeza daba vueltas a todas las preguntas que me hacía en ese momento.
¿Qué hacía Megan ahí?
¿Cuál era el motivo de que estuviera acompañando al profesor?
¿Qué relación tenían?
¿El profesor Eduardo conoció a Vannia?
¿Era Megan quién estaba acosando a Kendra con sus llamadas?
—¿Ángel? — La voz de Kendra me devolvió a ese salón de clases.
—¡Dime! — Creo que mi voz salió un poco más fuerte de lo que deseaba.
—La clase terminó. —
Levanté la vista y vi que el profesor ya salía por la puerta y Megan iba detrás de él con los ensayos y su computadora, mientras que el resto de la clase se estaba levantando y al menos, media docena de chicas ya seguían al profesor para ayudarlo con los ensayos que tenía en las manos, seguramente, ofreciéndose a acompañarlo a su despacho.
—Lo siento, estaba distraído, no quise gritarte. — Me disculpé, pero Kendra no parecía haber notado nada fuera de lo común en mí.
—Está bien. Vámonos, ya no tenemos clases. —
Asentí con la cabeza y la seguí en modo automático.
Kendra me señaló la mesa y me di cuenta de que estaba dejando mi computadora. Me regresé y la cogí rápidamente, alcanzándola en las escaleras.
—¿Todo bien? — Me preguntó y yo sonreí, una sonrisa que estaba seguro de que se veía más falsa que un billete de treinta pesos.
Bruno y Melina nos esperaban en el pasillo.
—Se trajo a su zorrita para entretenerse en el trabajo. — Resopló una Melina evidentemente molesta. — La tipita se me hace conocida. — Nos dijo mientras emprendíamos el camino hacia la rampa de salida.
Nadie contestó nada. Ni siquiera Bruno que estaba, como siempre, absorto en algo que seguramente le estaba preocupando. Kendra y yo íbamos detrás de ellos, sin tener claro el rumbo que tomaríamos al salir, pero, antes de que pudiéramos poner un pie fuera de la puerta, Melina se detuvo de golpe y se giró, quedando de frente a Kendra.
—Es la novia de Samanta. — Soltó ahogando un gritito con las manos.
Todos nos quedamos muy quietos, sin saber exactamente de que estaba hablando.
—Kendra, esta tipa es la puta que le rompió el corazón a Samantha. —
Kendra la miró fijamente y pude notar como las pupilas se le dilataban al grado de que sus ojos casi se volvieron negros.
