♠TRECE♠

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Después de que Eduardo me dijo que soy su mujer, decidí salir de su oficina pues no estaba dispuesta a seguir intentando hacerlo entrar en razón

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Después de que Eduardo me dijo que soy su mujer, decidí salir de su oficina pues no estaba dispuesta a seguir intentando hacerlo entrar en razón.

El resto de la semana transcurrió sin contratiempos.

¿Cómo podía pensar que yo era su mujer? Solo había sido una noche. Y bueno, también aquella vez en su oficina. Pero eso no significaba nada, solo había sido placer, al menos para mí.

El jueves decidí llamar a mi mamá.

Casi no había visto a Sam y Melina me había dicho que no se hablaban y que casi no la veía por la casa. Yo sabía que Sam debía trabajar para pagar sus gastos y además conservar sus calificaciones.

Así que decidí ayudarla en lo que me había pedido. Conseguirle una plaza como pasante en la clínica de terapia física.

Mi mama me contestó luego de tres timbrazos.

— ¡Caramelito! ¿Cómo estás, belleza? — Me dijo con su voz cantarina.

— Hola ma. Necesito hablar contigo de algo importante. —

— ¿Necesitas dinero? — Preguntó con su vocecita melosa.

— Si, pero no es precisamente eso de lo que quiero hablarte. —

— Mira caramelito, justo ahora tengo una reunión con unos clientes muy importantes y no puedo atenderte. Dame un minuto solamente. — Dijo mientras me ponía en espera. Nada raro.

— ¿Kendra? — La voz de Tina, su asistente desde hacía más de quince años, me contestó del otro lado.

— Hola Tina, sí, soy yo. — Contesté resignada. Otra vez mi mama me había dejado hablando sola.

— Que gusto saludarte. Tu mamá está ocupada, pero me dijo que me pusiera de acuerdo contigo y te mandara el dinero que necesitas. —

— Debí suponerlo. —

— ¿Cuánto quieres que te transfiera, linda? —

— Tina, no es dinero lo que necesito, es algo más preciso y tal vez tú me puedas ayudar o al menos, orientarme. —

—Dime... si puedo ayudarte, créeme que lo haré con gusto. —

Le explique la situación de Sam y me dijo que le diera un par de días para poder averiguar si ella podía hacer algo o al menos, ponerme en contacto con la persona indicada para los trámites.

Le agradecí y pensándolo mejor, le dije que si me transfiriera dinero. Al fin, mi madre ya lo daba por hecho.

Una hora después, mi aplicación bancaria me avisaba de la transferencia.

Había estado ahorrando dinero para comprarme un auto de segunda mano para poder trasladarme, pero Tina me dijo que mi mamá pensaba regalarme un auto nuevo para mi último año en la universidad, así que decidí seguir guardando mi dinero, que no era poco.

TE DESEO A TI (CENSURADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora