𝐒eason 𝐓wo

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Here we go again
@fghshul

En algún punto del país de Italia| Presente

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En algún punto del país de Italia| Presente.

Cassiopeia empujó la puerta del coche después de salir de el, entregándole un maletín oscuro a su hermano mayor. Él le hace una seña para asegurarse de no ser vistos por nadie, recibiendo un asentimiento por su parte.

—¿Está todo?

—Solo me entregaron eso.

—¿Te vio alguien más?

Ella entrelaza sus brazos sobre su pecho, —Estamos en medio de un estacionamiento en plena madrugada, créeme, nadie más está aquí.

—¿Cómo estás tan segura?

—Duh, ¿quién en su sano juicio viene tan tarde al supermercado? Están por cerrar. —Rueda los ojos, centrándose en sus últimas palabras. Observa el panorama en silencio haciéndose un propia pregunta—. ¿Vamos por sopa instantánea?

—¿Quieres comer?

—¿Algún problema?

—Solo preguntaba. —Este evita ponerse a pelear por la situación que su hermana estaba afrontando. Cassiopeia los últimos meses había estado más sensible de lo normal, después de la muerte de John B—. Solo quieres sopa... segura que no quieres nada más, ¿verdad?

—Puede que compre algunos dulces, pero olvide mi billetera... —su rostro se deprime, haciendo un mini morro.

Jack suspira.

—Ten, —Saca su billetera, entregándole una black card recientemente adquirida lista para hacer su primer uso—. pero no quiero que... —tan pronto como cayeron en manos de la menor, ella sale corriendo directo al supermercado—. gastes mucho dinero. De acuerdo.

La castaña empieza por la sección de sabores, debatiéndose entre comprar picante o la clásica. A su lado, una bonita chica con un peinado llamativo le hace conversación.

—¿Eres de por aquí?

—Es complicado.

—Te recomiendo la picante, la clásica que hacen aquí sabe muy mal. —Sonríe, desvaneciéndose entre los pasillos.

Sin poder agradecerle, toma el sabor de sopa picante y se dirige hacia donde su hermano la esperaba. Lo ve con el celular pegado a la oreja, parecía muy estresado con lo quién sea estuviera discutiendo. En su carrito de compras, agrega unos cereales más, algunos snacks para las noches de películas y una cerveza de raíz que le gustaba a su novio.

—¿Por qué esa cara? —Pregunta, colocando las cosas en la cinta automática. La cajera pasa los productos, echándoles una mirada extraña.

—Es Harley, tú novio está enfermo.

—¿Qué fue lo que le hizo ahora?

—Desafortunadamente está bien, papá le dio unas medicinas. Solo que estaban en la piscina y al muy inteligente se le ocurrió acabarse un balde de helado.

—Él se enferma rápido.

—Ya nos dimos cuenta. —Ironiza mientras le acompañaba y sostenía las bolsas que le entregó, llena de comida comprada con su propio dinero—. ¿Por qué tantas cosas?

—Me da hambre.

—Eh... —Antes de seguir preguntándole, un señor maloliente pasó por su lado golpeándole el hombro.

Parecía estar intoxicado, unas pecas impregnadas en su rostro maduro y una manga de tatuajes decorando su brazo izquierdo. Sus pies se dirigían directamente hacia una chica que caminaba a su vehículo, la misma que habían visto hace un momento. Llevaba un corsé negro, pantalones apretados y unas tacones rojos.

Sus intenciones eran claras.

Su mirada se encontró con la ojiazul de su hermana, entendiendo claramente su expresión. Ese mismo señor, sostenía un pañuelo en una de sus manos que arremetió contra las fosas nasales de esa pelinegra, desmayándose en los brazos del desconocido.

—Vamos.

Cassiopeia se encaminó con pasos apresurados, el miedo interponiéndose en sus sentidos, presenciando un secuestrador. La mandíbula afilada de aquel hombre reflejaba su hambre por una presa fácil de comer, metiéndola en su maletero.

—¿Sabes que es un delito?

—¡Carajo! —Suelta un grito, observando una adolescente sentada en el asiento de copiloto. El hombre frunce el ceño, sonríe entusiasmado—. ¿Quieres un poco también?

Se echa una carcajada, los pies elevándose sobre el capo.

—¿Cuál es tu nombre?

—Luis.

—Ay Luis, Luis, Luis, Luis... Eres un completo asqueroso de mierda que se pudrirá en el infierno.

—Si no quieres terminar como ella, sal de mi auto.

—Es que... no puedo dejarte llevártela, Luis. Como mujer, nos apoyamos mutuamente.

—Sal.

—No lo haré, Luis.

—Eres una...

—Hola, Luis. —Esté da otro salto al tener otro desconocido apoyado en su propia ventana, una sonrisa perversa decorando sus labios regordetes—. ¿Quieres terminar tu oración?

—¿Qué carajos?

—¿Te parece bonito secuestrar mujeres?

—¿Quién eres tú?

—Muy mal, Luis. —Chasquea la lengua la chica a su lado, negando con la cabeza—. Mira, te contaré una pequeña historia. Los violadores reciben una sentencia mínima cuando son llevados a una cárcel, lo cuál es sumamente injusto porque a la hora de salir, serán la misma porquería que fueron en un principio. Por ello, Luis, no te entregaremos a la policía.

—¿Hablan en serio?

—Claro, Luis, confía en mí. —Emboza una sonrisa—. Mejor, te mataré.

—¡¿Qué?!

—Es una broma. —Sus labios se fruncen, mostrándole una mueca de tristeza fingida.

—¿Entonces por qué tienes un arma?

—¿Está cosita? —Se incorpora—. Verás, obviamente yo no voy a matarte. No soy una asesina. —Se estira, entregándole la pistola a su hermano que mantenía su mirada fijamente en el hombre pecador por si se le ocurría intentar algo—. Pero mi hermano sí.

Jackson no dudó en atravesarle una bala por el cráneo.

Jackson no dudó en atravesarle una bala por el cráneo

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by fghshul

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