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Un día a la vez, una lucha a la vez

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Un día a la vez, una lucha a la vez.

Aunque el dolor me consumiera debía seguir intentando estar bien, no solo por mí, por todos los que me rodeaban, por todos los que me apoyaban y principalmente por los que ya no estaban.

La vida es así, te suele meter en las peores situaciones y es en esos momentos cuando te encuentras a las mejores personas, tal vez no me creas, solo pregunta te ¿de dónde salió la frase? La persona correcta en el momento equivocado.

Es la vida, es ella quien nos demuestra que entre tanta oscuridad sigue existiendo el sol.

Estaba sentada en la cama de mi habitación, a mi lado estaba Ethan pues no quería dejarme sola.

Zeus estaba acostados a los pies del chico el cual dormía excelentemente, yo me había despertado hace algunos minutos, no podía dormirme.

Estaba asustada y temblaba, la vida me estaba jugando una muy mala pasada.

—Den — exclamó mientras apoyaba su mano en mi rodilla.

—Perdón no quería despertarte.

—¿No puedes dormir?— simplemente negué —Ven cariño.

—Tengo pesadillas— susurre

—Ven recuéstate, si te quedas tranquila a mi lado prometo que saldremos a despejarnos la mente más tarde — declaró fijando sus cansados ojos azules en los míos.

—¿Prometes que estaremos bien?

—Diablita, vamos a estar bien ahora recuéstate, necesitamos descansar — declaró medio durmiéndose.

Estaba así de exhausto por mi culpa, asentí y me acurruqué en sus brazos.

Simplemente esperando al que él sol saliera, lo vi dormirse, su perfecto rostro, Ethan era un increíble chico lleno de secretos pero con un corazón puro.

—Ojalá que tú promesa se cumpla...

(...)

—Buen día diablita— mis párpados se abrieron lentamente dejando que la luz se colara.

Fije mi vista a Ethan, estaba sin remera, con un short, el pelo despeinado y una bandeja en sus manos.

—Buen día ángel— declare sonriendo

—Tenga su desayuno

Apoyo la bandeja entre mis piernas lentamente dejándome ver que había unos waffles y un jugo de naranja.

—Gracias — le sonreí— ¿Que haremos hoy?— pregunte mientras agarraba el caso para beber del jugo.

—Estuve pensándolo y se me ocurrió la brillante idea de caminar por las calles, simplemente hablar, ser nosotros mismos — sabía que estaba esperando que le dijera que era una pésima idea pero en verdad me gustaba, salía de lo habitual.

Mi vida a través de tus ojos  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora