SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓

El plan

⟩ _____ Jenner ⟨

Al día siguiente desperté muy temprano como siempre. Los ascos y mareos nuevamente me hicieron dudar sobre levantarme o no de la cama, pero mi malestar no ayudaría a pagar las remodelaciones de la casa.

A regañadientes me levanté de la cama y fui a lavarme los dientes y asearme para comenzar mi día.

Arvin continuaba durmiendo, no quise despertarlo, se veía muy cómodo durmiendo. Simplemente bajé a la cocina para preparar el desayuno para ambos. Miré en la mesa de la cocina un plato cubierto con una servilleta bordada. Al ver qué había dentro, era un pan de nuez de los que Emma hacía, sonreí un poco por el detalle, al menos ahora sólo tendría que hacer los cafés para ambos.

Pasaron unos minutos en completo silencio. Afuera no se escuchaba más que el canto de los pájaros o ladridos de perros. Miré por la ventana, Emma estaba tendiendo ropa en la parte trasera de su casa mientras Earskell se encargaba del huerto. Era viernes, seguramente Lenora habría ido a la escuela.

Por fin escuché los pasos en las escaleras. Terminé de endulzar las bebidas y las llevé a la mesa del pequeño comedor.

—Buenos días —escuché Arvin saludar antes de acercarse detrás mío y besar mi mejilla—, ¿Todo en orden?, ¿Necesitas ayuda en algo?

—No te preocupes, ya está todo listo, ¿Desayunamos?

—Está bien, pero no puedo quedarme mucho. Tengo que estar en el trabajo en dos horas —dijo antes de sentarse.

Corté dos pedazos del trozo largo de pan de nuez y los repartí en platos para él y para mí.

—Huele delicioso —comenté.

—Mi abuela pidió que te trajera un poco. Está muy preocupada por ti, deberías ir a verla, al menos decirle que estás bien.

—Lo sé, es sólo que no he tenido ganas de nada, Arvin.

—Lo sé, pero haz el intento, por ella, ¿Sí?

Tomó mi mejilla acariciándola con su pulgar. Yo di un suspiro de rendición y accedí.

—Bien, lo haré. Iré a agradecerle por el pan ¿Bien?

—Significará mucho para ella.

Seguimos el desayuno con total calma en silencio. Era un silencio cómodo, al menos ninguno de los dos se miraba incómodo, sólo teníamos nuestras manos una sobre la otra y las otras ocupadas en tomar las tazas de café.

— ¿Por qué no te quedas hoy? Te ves muy pálida, mi amor. ¿Te sientes bien?

—Estoy bien, no te preocupes —traté de calmarlo—, es sólo por el insomnio de los últimos días. Mejoraré. ¿Hoy te quedarás de nuevo?

—Sí, pero tal vez llegue un poco tarde. No importa, cuando llegue vengo directo aquí ¿Sí?

Asentí y de inmediato los labios de Arvin quedaron sobre mi frente unos segundos. Cerré los ojos al sentir esa calidez de sus cariños.

Arvin me hacía sentir una paz inmensa en todo mi ser. No importaba qué tan mal me fuera, él calmaba la tormenta interna que sacudía mis pensamientos cada que me regresaba al mismo punto traumático de hace algunas semanas.