SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓

Buscándote

⟩ _____ Jenner ⟨

Había emprendido el camino en dirección a Knockemstiff, Ohio. La camioneta de Earskell marcaba estar baja de gasolina, con suerte llegaría hasta la gasolinera de la salida de Charleston. El calor era infernal y era peor estando dentro de esa camioneta a pesar de haber bajado los vidrios de las ventanas para ventilar un poco mejor el lugar. A duras penas llevaba una camiseta de tirantes y unos pantalones holgados que calmaban un poco el malestar causado por el incesante calor del ambiente.

A lo lejos miré el letrero de la gasolinera, tal vez a medio kilómetro de distancia. A pesar de todo, pude llegar a la gasolinera antes que el combustible se terminara del todo. Para ese momento ya eran las tres de la tarde y aún podía ver a un lado en la carretera un montón de coches ir y venir al igual que autoestopistas tratando de hacer parar a alguien para llevarlos.

Salí del coche y me acerqué a la máquina, metí dinero y tomé la manguera para recargar gasolina suficiente. Pude ver en el porche de la tienda de autoservicio a un hombre de barba canosa que estaba leyendo un diario. Procuré no verlo más de lo debido porque conociendo cómo se manejaban los hombres, seguramente lo tomaría como que estaba buscando coquetearle.

Apenas llené el tanque, volví al coche para tomar dinero suficiente e ir al interior de la tienda de autoservicio por agua embotellada, un cepillo de dientes y pasta dentífrica. El hombre entró un poco después para ir a su mostrador.

—Bonita la camioneta —lo escuché hablar.

—Gracias —respondí de manera cortés antes de llevar las cosas que había tomado a la barra para que él las anotara y me cobrara.

—Una Chevy 59, ¿No es así? —preguntó de nuevo.

—No sabría decirle, de coches no conozco mucho —fue mi respuesta en lo que miraba por la ventana del local.

Pero algo me hizo fijar la mirada en uno de los coches que estaban parqueados. Era la Bel Air de Arvin, de eso estaba segura. Al instante sentí que mi corazón se aceleró.

— ¿Le gusta? —la voz del hombre sonaba llena de orgullo—, la conseguí por treinta dólares.

— ¿Sí? —pregunté—, ¿Dónde?

—Ah, un chico venía apurado en la mañana, se le descompuso el cacharro y me preguntó que cuánto le daba por ella. Al principio me dijo que cincuenta pero terminamos acordando que treinta.

— ¿De casualidad el chico era uno por acá así de alto? —subí mi mano unos centímetros arriba de mi cabeza—, cabello castaño, bien parecido, con gorra tal vez y una chaqueta de mezclilla...

—Sí, sí —y el hombre esta vez se puso entre serio y asustado—, ¿No me diga que ese coche es robado?

—No, no, es que el mundo es un pañuelo —traté de calmarlo—, conozco al dueño, es todo. Ese Bel Air era su adoración así que sólo me parece raro que lo haya vendido.

—Bueno, pues para venderlo entonces supongo que estaba muy necesitado de plata y de irse pronto, se veía apurado.

Asentí, cuando miré el precio en la registradora le entregué el dinero entonces antes de tomar mis compras.

—Gracias, venda mucho.

—Que le vaya bien, señorita.

Volví al coche pero le di una última mirada al Bel Air de Arvin. Me parecía razonable que se hubiera desecho de su coche, aún más después de saber que la policía estaría tratando de encontrarlo luego del asesinato de Preston. Sacudí mi cabeza y volví a encender la camioneta antes de dirigirme a la autopista y comenzar de nuevo mi camino en dirección a Meade. En el camino conté al menos a diez tipos pidiendo un aventón pero no me detuve. Las probabilidades que alguno resultara un ladrón eran altas y no iba a arriesgar la camioneta de Earskell por ser buena persona.