El otro lado de la moneda

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⟩ ______ Jenner ⟨ 

Nuevamente Malorie y William habían vuelto a casa después de su viaje. Malorie había vuelto con un nuevo moretón en la cara y no pregunté porque siempre se excusaba diciendo que había sido torpe.

Y lo era, en especial era torpe amando a un imbécil que sólo abusaba de ella cada que tenía un ataque de neurosis. La tarde en casa fue silenciosa, en el almuerzo ninguno de los tres habló, William por tener un dolor de cabeza insoportable, Malorie por miedo a que le gritoneara y yo por desinterés.

Había momentos en los que enserio deseaba que no volvieran a casa al menos una semana, que me dejaran sin la constante sensación de preocupación por los gritos de este idiota y los llantos de Malorie rogando que parara. Odiaba que mi madre lo defendiera a pesar que la trataba tan mal, para ella William era su adoración a pesar de sus constantes maltratos contra ella.

La vida de mamá no fue sencilla con mi padre pero al menos el maltrato más fuerte que recibió de él fue que la llamara inútil. Jamás le puso un dedo encima ni estando ebrio.

Mi Padre había sido un completo hijo de perra con todos menos con mamá, a ella jamás la había golpeado ni siquiera cuando lo desesperaba porque aunque mi madre se victimice todo el tiempo, papá la adoró toda su vida a su manera.

— ¡William, por favor, por favor! —gritaba Malorie desde la sala.

Habría deseado dormir pero solo escuchaba sus constantes gritos y los golpes que le daba William a Malorie hasta que me fue imposible no intervenir.

Bajé aún en pijama mirando cómo la tenía arrinconada temblando de miedo y con la cara ensangrentada.

—Basta, ya déjala —interrumpí tratando de alejarlo—. La vas a matar.

— ¡No te metas! —me gritó con la cólera reflejada en su rostro que estaba rojo de todo el coraje que tenía y sus ojos podría jurar eran de loco y que casi se saldrían de sus cuencas—, ¡Es mi mujer y si quiero puedo matarla aquí mismo!

—Estás loco —esa fue mi respuesta mientras me ponía frente a mi madre—, si vas a golpear a alguien hazlo conmigo, pero te prometo que no sales limpio, imbécil.

No le tenía miedo. Si mi padre jamás me había maltratado, un idiota que no era siquiera cercano a mí lo iba a hacer.

— ¡¿Así es cómo educas a la perra que tienes de hija?! —le gritó a mi madre—, ¡Te he dado todo y me faltas al respeto!, ¡Yo las saqué de ese lugar de mierda donde vivían y así me pagas!

—No, no, Will. Ella no tiene nada que ver aquí —Malorie nuevamente se levantó—, ¡Vete a tu habitación ya! Esto es problema de mi marido y yo, _______.

— ¡Te está moliendo a golpes, Malorie!, ¿Qué quieres que haga?, ¿Que te golpee hasta matarte? —miré a mi madre entonces—, este tarado no tiene derecho alguno para ponerte un dedo encima.

— ¡Par de sentimentales!, ¡Ya lárgate a dormir y tú te quiero en la habitación en cinco minutos, mujer inútil! —gritó ya fastidiado antes de subir nuevamente azotando la puerta de su habitación.

—No debiste meterte, es problema de mi marido y yo —reclamó Malorie aún yendo a limpiarse la nariz.

— ¿En serio? Ese estúpido te estaba matando, no dejabas de gritar y aún me regañas por venir a defenderte. Estás mal, papá pudo ser un maldito pero nunca te golpeó.

—No era suficiente hombre para nada, William nos da comida y un techo mucho mejor que en el que vivimos tantos años, ______.

— ¿Ahora luego de que te golpee y casi te escupa en la cara debo darle gracias por tres malditos centavos demás que da? Claro, la siguiente vez al menos trata de no gritar porque no para de golpearte y déjame dormir.

—Tendrás suerte si te encuentras a un marido la mitad de atento que él, ha sido un mejor padre que...

—No, no los compares nunca —le impedí que siguiera hablando—, con suerte me quede solterona y no deba depender de un hombre sino de mí, porque yo sí puedo salir sola adelante, no necesito estar debajo del brazo de nadie, Malorie.

— ¿Y qué sigues haciendo aquí? Si no te gusta puedes irte cuando quieras.

—Me quedo por ti, no por la comodidad pero te tomaré la maldita palabra y me largo mañana por la mañana —dije decidida.

Malorie cambió su cara de enojo por una de arrepentimiento y angustia pero no me importó, subí a mi habitación y cerré la puerta antes de volver a cerrar con llave y apagar la luz.

Claro, todos veían afuera a una familia funcional, un hombre que se hizo cargo de una viuda y su hija pero nadie conocía la cara de la moneda que yo veía: el alcohólico abusador que se jactaba de decir mantenernos y a la mujer que se autocompadecía todo el tiempo agradeciéndole por pisotearla.

Sólo estaba aquí por ella porque a pesar que tuviéramos tantos problemas, era mi madre y la amaba.

Pero hasta yo tenía límites.

El resto de la noche no pude dormir por miedo a oír golpes de nuevo pero pareció que habían parado por fin sus problemas maritales.

En el fondo sólo pensaba en las palabras de Malorie "Tendrás suerte si te encuentras a un marido la mitad de atento que él". Qué maldición me estaba aventando, eso fue suficiente para tener pesadillas esa noche.

Al día siguiente hice mis maletas como se lo prometí, no planeaba quedarme más tiempo ahí.

La escuché tocar la puerta y fui a abrir. Sabía que era ella porque William se iba a esta hora a trabajar.

—El desayuno está listo, ¿Te lo traigo? —preguntó y parecía arrepentida de nuestra pequeña discusión de anoche.

Pero cuando le vi los moretones volví a enfadarme.

—No me traigas nada porque tu marido va a reclamarte que me mantiene —le dije de manera cortante antes de volver a la cama a seguir empacando.

— ¿Qué haces, _______? No me digas que te vas. Amor, sólo estaba muy molesta, no era mi intención...

—No, nunca es tu intención y creeme, estoy harta.

— ¿A dónde vas a ir? Allá afuera es peligroso que estés, eres sólo una niña.

—Ya no tengo diez años, Malorie. Sé cuidarme sola, me iré a casa, al menos ahí sí sé que es mi hogar no aquí que sólo soy la perra arrimada.

—William no lo dijo consciente...

— ¿Alguna vez piensa?

—______, por favor. No sabría qué hacer sin ti —Malorie se soltó a llorar—, por favor, quédate, hija, no me dejes sola.

—No puedo quedarme si siempre te pones de su lado incluso lo defiendes cuando yo trato de oponerme a que te vea como basura. ¡Eres su esposa, no una zorra que se encontró en una gasolinera, maldita sea!

—Te prometo que no va a pasar de nuevo, lo voy a parar, pero por favor —pidió Malorie llorando aún más—, no me dejes sola, ______, me mataría tu ausencia, hija.

Me partía el corazón verla así, sólo fui un suspiro de pesar y a regañadientes dejé de empacar para abrazarla y consolarla.

—Trata que no pase de nuevo ¿De acuerdo? No más, Malorie.

—Lo prometo, _______, no más.

—Vamos a desayunar, estoy hambrienta —fije con comicidad antes de hacerla reír y secarse las lágrimas.

Ella bajó primero pero yo tardé un poco por negar un par de veces en desacuerdo con quedarme.

Pero no podía dejarla sola o ese tipo acabaría con ella en cualquier momento y ahí ni el supuesto Dios de Malorie la salvaría.

Sólo esperaba que pronto las cosas fueran mejor.

SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora