La propuesta

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⟩ _____ Jenner ⟨

Pasaron un par de días hasta que salí del hospital. A pesar de estar en casa, las indicaciones del doctor fueron el no hacer trabajos pesados así que prácticamente Arvin me ayudaba con todos los deberes en casa.

Esa mañana estábamos desayunando en la casa de Emma. Desde hace días Lenora se veía un tanto agotada y tenía ascos continuos pero Emma dijo que era probablemente por indigestión estomacal a lo que nadie insistió en despertarla temprano.

— ¿Quieres más pastel? —me preguntó Emma antes de levantarse.

—No, muchas gracias, Emma —negué aún con mi té a la mitad de la taza—, estoy que no me cabe un bocado más. Estuvo delicioso.

—Eres la única a la que le gusta el pastel de zanahoria que hago —dijo Emma—, a estos caballeros no les ofrezco porque siempre lo dejan.

—Debes pasarme la receta porque siempre me ha encantado ese pastel que preparas —Emma sonrió un poco. Sentí la mano de Arvin sobre mi muslo un momento.

— ¿Terminaste? Deberíamos salir a dar una vuelta —comentó Arvin.

Desde hace días lo notaba extraño pero a pesar de insistirle en que me dijera, él estaba renuente a contarme qué es lo que pasaba.

—Ya terminé —asentí al acabar el resto de mi bebida.

Arvin asintió y se levantó para estirarme la mano y ayudarme igual a levantarme. Ni siquiera nos despedimos de su abuela y su tío. Al estar afuera, fuimos caminando a paso lento hacia el patio trasero.

—Hace siete años jugábamos aquí todo el tiempo, ¿Recuerdas? Detestaba cuando me tocaba saltar la cuerda —comenzó a hablar.

—Detestabas jugar en general —respondí—. Me sorprende aún que me hubieras hablado en primera.

—Bueno, realmente eras muy parlanchina —confesó—. A veces me preguntaba de dónde te apagabas porque no me dejabas en paz con mis pensamientos ni un segundo.

— ¿Tanto te molestaba que hablara?

—No lo malentiendas. Mi niñez fue una porquería y de no ser por mi madre, habría odiado toda mi infancia. Ella hablaba mucho, todo el tiempo. Ella se reía por todo y cantaba a cada lugar al que iba o a cada cosa que hacía —comenzó a hablarme de su madre.

Jamás hablaba de ella. De hecho, que él hablara de su infancia era algo extremadamente raro porque nunca lo hacía a menos que muy forzosamente lo obligara Emma a hablar y por lo general contaba la misma parte: su padre golpeando a unos cazadores por hablar mal de su madre o las veces que en la escuela lo golpeaban por ser considerado foráneo.

Pero jamás lo escuché hablar en esos siete años de conocerlo sobre su madre y menos algo que le gustara de su infancia.

— ¿Tu madre era distinta a tu padre?

—Mucho. Era un sol —explicó—, siempre fue el cliché de madre que cuando te caes te besa la frente y te cura las heridas ahí mismo —afirmó—, creo que si Dios existe, él estaba celoso que tuviera un ángel como madre, ¿Sabes? O simplemente su idea de una familia feliz no la concibe. Luego de saber que tenía cáncer mi vida cambió mucho. Papá tenía un tronco de oración que hizo para rogarle a Dios que no se llevara a mamá. Íbamos a rezar día y noche, con la lluvia o el calor infernal. Mataba animales y a otros los llevaba muertos de la carretera.

SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora