La cafetería

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⟩ _____ Jenner ⟨

Apenas llegué a instalarme a esa casa, busqué un trabajo de tiempo completo que eran los que mejor pagaban. Era mesera en una de esas cafeterías en Coal Creek donde generalmente iban ancianos o personas que preferían gastar un poco más por comida decente.

Beth era la dueña y la cocinera del lugar. Luego de enviudar, con el dinero que su marido dejó a su nombre logró abrir ese local que llevaba el nombre de su esposo: "KYLE'S".

Beth era una mujer corpulenta y regordeta, tenía cabello rubio y piel lechosa, pasaba de los cincuenta y medía alrededor de 1.70. Era una mujer que imponía por su físico pero era un terrón de azúcar realmente.

Fue a la primera que le conté lo que me pasó en ese lugar, me solté a llorarle amargamente y ella estuvo ahí sin juzgarme, le tenía más confianza que incluso a mi madre y eso que llevaba de conocerla menos de dos meses.

Ella jamás había tenido hijos pero se portaba como la madre de todos los que trabajábamos ahí y hasta de sus clientes frecuentes con los que tenía la confianza de reprenderlos cuando algo hacían mal.

Beth no dijo ni una palabra respecto a lo que le conté que había vivido, ese tema quedó muerto con ella y fue como si jamás se lo hubiera contado, aunque a partir de ahí extrañamente mis propinas a fin de semana incrementaron tal vez el doble y eso me permitió ahorrar dinero suficiente.

No tenía idea de qué haría con mi vida, lo más seguro era que vendiera la casa y me fuera a vivir a la cabaña de la playa, abriera alguna fonda parecida a Beth y me estableciera ahí. Deseaba salir lo más pronto posible de Coal Creek, no soportaba la idea de seguir en el mismo pueblo que ese hijo de perra al cual incluso su nombre me daba repulsión oír.

Las cosas con Arvin no fueron mejores. No podía siquiera verlo a la cara. Me sentía la peor escoria del mundo luego de lo que pasó esa noche. Traté de evitarlo, lo miraba con más frecuencia trabajando en el huerto de su casa o tratando de arreglar el Bel Air que había comprado hace unas semanas, pero cada que él estaba afuera prácticamente salía corriendo de casa en sus pequeños descuidos de su parte en donde yo supiera que no se daría cuenta de cuando salía.

Era infantil mi actitud hacia él, pero no me sentía lista para encararlo. ¿Cómo podía? Aún tenía pesadillas y cada que lo recordaba, volvía a enojarme y frustrarme porque me sentía la mierda más asquerosa de todas por no haberme ido antes de esa casa o no haber impedido lo que me pasó. Había sido insuficiente para mí.

Esa tarde nuevamente estaba tomando las órdenes de un par de viejos que iban todos los viernes a jugar ajedrez en la cafetería. En esta ocasión, Darling, que era la muchacha del mostrador, había pedido el mes entero para después de aliviarse de su embarazo así que yo la relevaba. Estaba apresurada por tomar las órdenes de los que iban a la barra y los que se sentaban en las mesas. George, el ayudante en la cocina de Beth, a veces me ayudaba cuando el trabajo era poco pero cuando era demasiada la gente, él y Beth se encargaban de la cocina.

—El café sin tanta azúcar, niña —dijo uno de los viejos que aún parecía pensar en el nuevo movimiento de su torre en el tablero de ajedrez.

—Y el emparedado sin las orillas quemadas —pidió el otro que estaba igual de concentrado que su amigo.

—Un café con poca azúcar y el emparedado de queso sin orillas quemadas —terminé de apuntar y fui a la siguiente mesa a tomar otra orden.

Esa mañana el trabajo no estaba siendo un caos como otros días, así que George se encargaba de la barra.

Otra vez sentí vértigos apenas terminé de anotar el pedido de la pareja de novios que estaban en la mesa continua a los viejos. Supuse que era por mi falta de sueño y lo poco que comía, necesitaba un receso pero no lo tomaría hasta que fuera menos la gente.

SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora