𝗗𝗼𝗺𝗶𝗻𝗴𝗼 𝗱𝗲 𝗶𝗴𝗹𝗲𝘀𝗶𝗮

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┌→❝ ¿𝖲𝖾𝗋 𝖻𝗎𝖾𝗇𝗈 𝗉𝗈𝗋
𝗅𝖺 𝗋𝖾𝖼𝗈𝗆𝗉𝖾𝗇𝗌𝖺 𝖽𝖾 𝗂𝗋 𝖺𝗅 𝖼𝗂𝖾𝗅𝗈?
𝖭𝗈 𝗌𝗎𝖾𝗇𝖺 𝗆𝗎𝗒 𝖽𝖾𝗌𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋𝖾𝗌𝖺𝖽𝗈
𝗊𝗎𝖾 𝖽𝗂𝗀𝖺𝗆𝗈𝗌... ❞」                

Era domingo por la mañana en Coal Creek, para muchos un día de descanso de sus trabajos en las fábricas que les daban pauperrimos salarios, para otros, era un día para salir en familia a disfrutar al menos tener una vida decente, y algunos más, utilizaban el domingo el día para alabar a su creador. En esta última clasificación entraba la loca madre de ______.

La niña detestaba los domingos, en especial por la mañana porque significaba ir a la iglesia a escuchar un sermón que para su corta edad le parecía aburrido y ridículo por lo mucho que parecían contradecirse los adultos.

Le era muy confuso entender esos dobles mensajes que escuchaba todos los domingos sobre ser buenos. Pedían amar a su prójimo pero no eran capaces de hacerlo con las personas que pensaban diferente a ellos, ordenaban no hablar mal de la gente pero apenas había alguien diferente eran los primeros en acabarlo con críticas crueles y ajenas a toda clase de tacto a espaldas suyas.

Dorian jamás fue conocido por ser un hombre religioso, se podría decir que ni siquiera llegaba a ser agnóstico, sólo un hombre que vivía porque no tenía otra opción.

—La gente se porta bien porque quiere alcanzar el cielo —alguna vez _____ escuchó a su padre quejarse de la iglesia—. Entonces no son buenos, sólo tratan de engañar a todos con que lo son para ganar un beneficio inexistente —respondió Dorian aquella ocasión que cortaba los leños antes de voltear a ver a su hija que le ayudaba a cargar los leños partidos hacia la montaña que ya habían hecho anteriormente—. Escucha bien esto, hija, y que te quede grabado. Debes portarte bien porque quieres hacerlo, no porque vayas a tener una recompensa, de otro modo sólo serás una hipócrita con tus principios. Hasta el diablo se porta bien aunque no tenga el cielo ganado. —Lo escuchó mascullar.

Tal vez las palabras de su padre eran las que habían hecho a la niña tomar una postura escéptica acerca de la vida y la religión, su padre no hablaba de Dios y cuando lo hacía era para despotricar todo su desacuerdo con el dogma eclesiástico.

Por otro lado, Malorie era fanática de las misas y los actos de caridad, adoraba los ridículos sermones del reverendo y siempre buscaba complacerlo con sus exigencias culinarias cada domingo de reunión con los feligreses al igual que Emma. Ambas mujeres siempre competían por ver quién era la mejor cocinera o quién recibía más halagos por parte de la comunidad por sus postres los domingos.

A diferencia de Dorian, Malorie siempre parecía estar de acuerdo con todo lo que en la iglesia se decía, jamás había faltado a ninguna misa desde que quedó viuda y ese domingo no sería la excepción. Malorie se encontraba maldiciendo a regañadientes porque ya parecía hacerse tarde para la misa y seguía apurada en vestir a su hija con un vestido blanco y detalles rosas que se había empeñado en obligarla a usar.

— ¿Es obligatorio ir? Me siento mal —_____ murmuró para evitar que la llevara consigo.

Aquella excusa le había servido en los últimos dos domingos, pero esta vez parecía no ser suficiente para que la mujer la dejara sola en casa una vez más.

—Tú te sientes mal por la mañana y en la tarde quieres salir con Lenora a jugar. No voy a creerte más, ¿Recuerdas la historia del pastorcito mentiroso?

—Soy alérgica a la iglesia tal vez...

—Eres una ingrata —reclamó—. Eso no va a evitar que vayamos a la iglesia esta vez. Debes entender que el agradecer a Dios por lo poco que tenemos es necesario.

SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora