Capítulo 13

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Los dos días que faltaban para acabar la semana pasaron tan rápido como el beso que hacía mis noches eternas. Yo, contrario a cualquier chico de 18 años que queriendo buscar alguna chica bonita sale a bailar, la noche del viernes deseaba estar tumbado en mi cama desgarrándome los sesos acerca de las tres incógnitas de mi vida.

Así lo hice hasta que mis oídos explotaron cuando entró una llamada y el ringtone determinado sobrepasó el ruido que producía el ordenador, que reproducía música clásica. Si quería entender a mi Pianista necesitaba conocer su mundo...

Al mirar quién me llamaba, vi la foto de mi amigo haciendo caras graciosas (para no decir idiotas) destellando en la pantalla.

Como se halla puesto pedo, siendo nada más las 23:45, y quiere que lo vaya a buscar lo moleré a golpes - pensé. No sentía ganas de ir a buscarlo y escuchar todas las estupideces que suelta cuando va pasado de alcohol.

- ¿Qué pasa? - le pregunté nada más descolgar.

- Tienes que venir ya a la discoteca de González - ahí era donde siempre íbamos ya que el dueño era un conocido de Nahu y nos dejaba pasar a pesar de que no llegáramos a la mayoría de edad o por lo menos él, yo ya había cumplido los 18.

- ¿Para qué?¿Ahora tienes menos aguante o me parece a mí?

- No es sobre mi capacidad de consumir alcohol de lo que quiero hablar, hay algo importante que quiero que veas - si no estaba borracho, ¿quería que viera a alguna de sus próximas conquistas?

- ¿Es necesario Nahu? Me enseñaras a la chica más adelante, sabes que la discoteca está a más de un kilómetro de distancia - dije queriendo convencerlo de que no hacía falta ir.

- Lo digo muy en serio, Caleb - juro que durante toda nuestra amistad jamás he creído tan ciegamente en él como ahora - Seré algo pesado y hablaré de pavadas gran parte del día, pero tenes que ver para creer lo que estoy mirando - al no escucharme negar, prosiguió - Salí ya de tu casa y te veo en la entrada.

No sé si aquello valía la pena o no, me coloque una sudadera Nike y unos jeans y me monte en la bicicleta para recorrer los casi dos kilómetros que había entre mi casa y el club nocturno.

Los pensamientos junto a los paisajes naturales que había alrededor de la carretera hizo que pronto distinguiera las luces del cartel de mi destino.

"Sin inocencia"

Así se llamaba el lugar del que vi salir a mi amigo con la misma cara que alguien utilizaba al ver un espectro.

- ¿Por qué tanto escándalo, Nahu? - le pregunto mientras amarró mi bicicleta a un poste de alumbrado.

- No sé ni cómo describirlo... - confesó. Me tomó de la mano y tiró de mí hasta entrar al local que estaba prácticamente a oscuras excepto por dos focos que apuntaban al centro de la pista.

Distinguí cómo acaba una canción con un ritmo árabe o me dio esa impresión. La había escuchado antes, era la canción de moda pero lo poco que había apreciado no me gustó nada.

Nos fuimos adentrando entre la gente que deseaba ver lo que pasa bajo la luz blanca que alumbraba las tarimas. Sabía en donde se ubicaban debido a las otras veces que acudí al local, allí se subían las chicas más valientes y atrevidas para dejar que los babosos del lugar viesen los atributos de cada una.

Observé cómo llevaban una silla a una de las tarimas más cercanas mientras seguíamos avanzando.

- ¡Nahuel, explícame a dónde vamos! - le exigí a gritos, ya había empezado una nueva canción. No me bastó más que la introducción para entender que se trataba de los primeros regatonees: Virtual diva

Sácame de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora