Narra Diana- Yo... - se quedó en silencio por un segundo - sé que eres ella... La Pianista - confesó mientras sacaba una fotografía de su bolsillo.
- No lo entiendo Caleb, ¿de qué estás hablando? - dije.
Yo si sabia de lo que hablaba solo que el orgullo y el dolor que se instauraron en mi corazón hizo que actuara con indiferencia. Yo lo he visto absorto varias tardes frente a la casa de la abuela Lidia mientras oía el piano al pasar. Fue impactante cuando una tarde vi llegar el gran Audi del hermano de Virginia y como juntos entraron a la vivienda.
Virginia Vitali era la Pianista y al darme cuenta una parte de mi se contrajo, sabía que perdería a mi amante amigo por ella. Porque la obsesión de Caleb solo desaparecería si dicha Pianista era alguien corriente y sencilla pero Virginia era todo lo contrario.
Comparada conmigo, una vil ramera que tuvo que sacrificar todo por el bienestar de su madre, ella era luz. Sus auras misteriosas y coquetas tiran por el suelo mis aires de pueblerina que prefiere ir sucia y cuidar animales que utilizar bonitas joyas.
Sin embargo no tenía tiempo para amargarme, aunque doliese no podía dejarme guiar por los sentimientos, ellos no me daban de comer. A diferencia, los vestidos apretados y los accesorios de bijouterie atraían clientes. No me gustaba admitir que me convertí en una prostituta pero lo mío no tenía otro nombre. Esta noche debía ir a una de las discotecas más sucias de los alrededores, allí conseguiría mucho dinero a cambio de mi integridad.
Me coloqué el tapado blanco y largo para no morir de hipotermia con el corto vestido de color rojo pasión, unas botas que sobrepasaban mis rodillas del mismo color fueron el completo.
Decidí tomar un taxi ya que de vuelta no gastaría, algún hombre desesperado me traería a cambio de unos masajes. En poco tiempo ya estaba allí convenciendo al guardia de que tenía más de 18. Era una vil mentira pero conseguí acceder.
Como era temprano pude comprar varias copas y dejar que el ron con limón se filtrara por mis venas, luego de meses en el oficio seguía sin comprender como algunas lo hacían sobrias. Si, conocí a algunas chicas que también buscaban beneficios extras con sus cuerpos. Nunca me hablaba con ninguna, no quería sus consejos ni chismes, yo venía a trabajar con una única idea: salvar a mi madre.
Mi única norma era jamás permitir que piensen que tienen el control, mi límite lo marco yo y si digo basta, es basta. Soy capaz de dejarlo inútil a base de golpes si se intentarán sobrepasar.
Cuando detecte probables clientes entrando a la discoteca me fui a hacia la tarima adueñándome de ella. Los temas propios de América Latina me hacían bailar sin pensarlo. Mis raíces colombianas, provenientes de mi madre, me fascinaban. A lo largo del todo el año lucía la piel dorada y la música lograba que mi cuerpo se moviese sin mi consentimiento.
De repente vi a la primera presa. El muchacho de 25 años aproximadamente, de cabello oscuro y ojos verdes, bastantes apagados para mi gusto pero nada mal comparado con otros clientes. Yo no tuve que hacer esfuerzo alguno ya que fue el que sin preámbulo se subió a la tarima, pegándose a mi espalda y colocando la manos en mi cintura. Fingí que no lo había visto acercarse y me giré buscando detallar su perfil. Definitivamente no era guapo, el alcohol y la mala iluminación me jugaron una mala pasada desde lejos.
- ¿Tú eres la famosa Mallku?- preguntó y yo afirmé al escuchar el seudónimo con el que me hice famosa en estos ambientes. - ¿Qué tanto me pueden costar estos labios prendidos a mi miembro? - dijo girándome y pellizcando mis labios con sus dedos.
- No mucho querido, te puedo hacer precio - digo sabiendo que no iba hacer así pero él se iría feliz por haber "pagado menos".
Nos dirigimos a una de las habitaciones del fondo y antes de entrar exigí mi dinero por adelantado.
El chaval no servía para nada, luego de dos besos me tiro en la cama y me subió el vestido, el muy bruto no se molestó ni en sacarme el tanga ya que lo rompió. Estaba tan ofuscado que casi se olvida el preservativo. Con sus dedos tanteó mi entrada y al notar que estaba más seca que el Sahara puso los dedos en mi boca y con la saliva me humecto.
Comenzaron los embistes con su pequeña polla, no se enfocó en nada más. Se que los chicos son muy básicos pero las tetas mínimamente las magrean. Si todos lo hicieran como él, el mundo se habría extinto hace siglos.
No habían pasado ni tres minutos cuando el muchacho se puso a gemir por los dos como si estuviera por terminar. Si eso era muy rápido más lo fue cuando alguien nos interrumpió.
- ¡Diana! - dijo el que entró y me quedé de piedra. Vi cómo apartó al joven y se interpuso entre los dos como si fuese suya y de nadie más.
- ¡Vincenzo, se puede saber que mierda haces! - pregunte hastiada de toda situación.
- Estoy velando por ti porque te niegas a obedecerme - increpa
El hombre que aún permanece ahí mientras observa cómo él y yo, que ando con el coño al aire discutimos.
- No se que problema tienen ustedes pero yo pague los servicios de una de las mejores putas y me quede a medias, no me molesta si él quiere mirar pero yo terminaré lo que empecé - dice sin saber que acababa de cometer el peor error de su vida.
Rayo, tan veloz como siempre, le proporcionó un fuerte puñetazo mientras le gritaba que no volviera a llamarme puta. La pelea terminó por ponerse agresiva y tuve que intervenir.
- Ya Vin, por favor- hablaba mientras me colgaba de su brazo - escúchame, es suficiente.
Me ignoraba y me daba miedo que termináramos en un lío por golpear a este tío.
- ¡ESCÚCHAME! - comencé a gritar con desespero, no sólo temía la represalias por la batalla, no deseaba que saliera herido. Trate de razonar y le dije lo que quería oír - Tienes razón, mi rayo, soy solo tuya... tu solo me haces sentir así. El no me ha sacado ni un suspiro.
Logre que se frenará y con un beso lo distraje mientras le hacía señas al chaval para que se fuera. El beso le dio paso al manoseo, inmediatamente me separé porque mi ánimo se encontraba por los suelos y la ira emanaba.
- ¡¿Por qué te entrometes en mis asuntos, quién te ha dado el puesto de líder?! - le escupí. Si fuese un dibujo animado estaría soltando humo por las orejas. - ¡¿Es que me estás siguiendo?! Cuando quieres no tienes problemas laborales y te das el lujo de venir a criticar mi patética vida.
Él se mostró paciente, como si su enojo se hubiese canalizado a través de los golpes. Ahora solo me miraba fijamente, sus ojos tan verdes, tan hipnotizadores absorbieron mi mal humor logrando que me perdería en sus iris, consiguiendo que mi cabeza solo rememora los momentos donde llevábamos menos ropa.
- Pequeña... - dijo mientras mi piel se erizaba. - ¿Porque sigues contradiciendome? Sabes que te puedo dar todo sin necesidad de caer tan bajo, deja el capricho de lado y acéptalo.
Nadie más que yo anhelaba dejar esto de lado pero hacer tratos con él, que parecía el engendro del demonio, me generaba pudor.
- Sé que soy guapo pero que la piel te arda en tan poco tiempo significa que has bebido bastante, te daré lo que queda de la noche para que me des la respuesta que deseo oír - dijo mientras me arrastraba a la cama.
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Mallku : ninfa y espíritu en la mitología inca.
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Sácame de las sombras
Fiksi RemajaMi vida, aburrida y monótona, pasa a ser activa, misteriosa, perversa e ingeniosa gracias a ella.. ¿A quién? Mejor dicho, ¿a quiénes? Las tres musas que me rodean generando en mi una completa confusión. Yo un chico de pueblo pasará a vivir la vida e...