Capítulo 28

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Narra Virginia

Estaba hablando con mi prima Ornella a través de una llamada. Nos habíamos visto hacía unos días en Madrid, antes de las fiestas. No coincidíamos desde el accidente pero agradecía que lo nuestro no se haya perjudicado por mi condición.

Era agobiante que todas los que en el pasado te alababan y observaban como sino fueses de este planeta, ahora se pegaran a ti por pena porque pensaban que yo necesitaba su ayuda.

Antes de encontrarme con ella en un bar cerca del Palacio Real de Madrid debía ir a natación.

Actividades como estas se incrementaron en los últimos meses. Siempre me fascinaron los deportes, era gratificante correr, nadar o arrastrarse para quitarse el peso que cargaba y sentir que servía para algo más que ganar cursos académicos y de arte.

Estar en la piscina era uno de los deportes más prácticos últimamente. Ayudaba a controlar mi falta de aire, un daño colateral de aquel día, y a medir distancia, logrando ubicarme en el agua. No había líneas o banderines que me guiasen. Podías acudir a técnicas como contar las brazadas o el tiempo que tardas en recorrer tantos metros. Yo opté por usar el instinto.

Un instinto que había perdido, igual que la autoestima y la esperanza.

Hacía todo lo que estaba a mi alcance para recuperar lo extraviado. El hecho de que me chocara con la misma pared todo el rato, recordar que el esfuerzo era en vano ya que jamás volvería a ser la misma, me absorbía y conseguía abrumarme.

Paredes como la de la piscina con la que me acababa de golpear. Yendo de espaldas y en el momento en el que estaba a mitad de brazada la muñeca me dio en el borde. Vincenzo volvería a preocuparse por mis marcas si contaba todos los nuevos moretones que llevaba hoy. Mi torpeza innata sumado a esto me iba a matar a base de heridas.

Luego de arreglarme de incógnito para ver a mi prima, tomé un taxi rumbo a la dirección del pequeño café. El dueño del lugar nos conocía de vista a mi y a Ornella

Allí empezamos nuestras reuniones hace años. Ella vive en Florencia junto al hermano de mi padre, Emilio. Visita Madrid esporádicamente y cuando viene nos juntamos aquí.

Sonará raro, pero nosotras preferíamos la aventura de no ser pilladas por las cámaras y alejarnos de los formalismos de la familia. Si nos encontrábamos en un lugar público no corríamos el riesgo de que las paredes de mi cuarto nos escucharan y vayan con el chisme a mi padre.

Al llegar el señor se ofreció a bajarme del coche y decliné la oferta. Ornella debía estar cerca esperándome y al reconocerme vendría a socorrerme para que no de espectáculo y haga algo que demuestre la ceguera. Llegamos hasta la terraza del bar y nos sentamos.

El silencio con ella no era nostálgico, tampoco tenía un filo punzante como mis silencios con mi mente y, evidentemente, no tenían un aire pícaro y encantador como con Caleb. Era un silencio que olía a grandes interrogatorios y charlas sobre chicos. Un silencio que terminó cuando ambas explotamos de la risa sin poder evitarlo.

- Non puoi immaginare quanto fosse sorpreso l'autista quando sei sceso dalla macchina, diffondendo..!! - dijo ella entre carcajadas.

Traducción: ¡¡Ni te imaginas lo extrañado que quedó el chófer cuando bajaste del coche,  despatarrandote... !!

- Hai impiegato molto tempo...! Pensavo di finire per scappare da un paio di ragazzi opportunisti. A differenza dei vecchi tempi in cui li cercavo - le exigí mientras me envolvía la barriga con los brazos para contener la risa.

Traducción: Te has demorado mucho... creí que  terminaría escapando de un par de muchachos oportunistas. A diferencia de los viejos tiempos donde los buscaba.

La charla duró horas. Debo admitir que me sentí viva luego de mucho tiempo. Hablamos de sus múltiples conquistas y como ahora se encontraba en un jaleo un poco complicado.

Todo fue tan rápido que sus hormonas quedaron más que revueltas, me dijo ella. Lo conoció durante el verano y pertenecía a su grupo de amigos clandestinos. Se trataba de unos jóvenes de la clase media y que vivían en un barrio tranquilo. Muchas eran las veces en la que alegaba dirigirse a la casa de una amiga del barrio residencial cuando pillaba el autobús para internarse en las calles de Florencia.

Era un sábado por la noche y en los primeros 10 minutos de una cena improvisada en un parque fueron calmos, todo subió rápidamente de voltaje. Los chistes malintencionados empezaron a fluir entre ellos, cosa que poco me sorprendía de la caliente de mi prima. La noche se pasaba con las indirectas cuando el grupo, al percatarse de la tensión que había en el aire, empezaron a pedir que hubiera roce.

Me contó que él se aventuró a morderle ligeramente el cuello... Luego, Ornella, hizo más de lo mismo con el dejando un pequeño chupón en su clavícula. A petición del público, se quitaron el aliento mientras ella estaba sentada a horcajadas sobre él y se besaban con desespero y entusiasmo.

A los tres días se volvieron a ver en el mismo parque, con la misma compañía y lo que había quedado como un juego se volvió a repetir siendo más exquisito y excitante.

Desde el sábado hasta el miércoles siguiente se estuvieron enviando mensajes, ella me los leyó uno a uno. Las indirectas calientes petaban el chat hasta que ya no fueron de broma y las aclaraciones se hicieron serias. De los más deliberado y normal quedaron el jueves por la noche para tener un episodio caliente.

Así fue y se repitió del mismo modo el domingo siguiente. En menos de una semana había hecho lo que no logró nadie en toda su vida... dejar que ella cediera. En las manos de aquel muchacho se había ido su primera vez, una que siempre pensó en resguardar pero que no le impedía andar provocando y generando oportunidades.

El gran dilema presente y con el que lleva luchando un par de meses la situación a posterior de los espectaculares encuentros que tuvieron.

Estaba escondiéndose el sol en Madrid cuando concluimos con el tema y las opiniones del mismo. El frío comenzaba a calar en los huesos y era cuestión de minutos para irnos a un lugar resguardado. Sin embargo la conocía, sabía que no iba a dejar que me levantara de la silla sin responder mi pregunta.

- E tu..? Sono sicuro che hai qualche conquista. I tuoi occhi lo mostrano, c'è qualcuno ma lui non è presente, come se il ragazzo fosse un fantasma. - dedujo.

Traducción: ¿y tú..? Estoy segura de que tienes alguna conquista. Tus ojos lo demuestran, hay alguien pero no está presente, como si el muchacho fuese un fantasma.

Nunca supe describir lo de Caleb. Era algo de lo más extraño ya que en ocasiones no tenía importancia pero en otras se volvía el centro de mi universo.

Conocía de primera mano su curiosidad e imaginación. Él estaba desde un rincón vigilándome, atento a mi, como si pretendiese protegerme. Sin embargo, yo que había fabricado una coraza hacia mi ser, distinguía que él quería buscar algo en mi, sabe mas de mi que yo misma. Rebusca como un sabueso en la tierra.

Aquello tenía diferentes reacciones en mi, primero deseaba espantarlo para que deje de buscar y quitar las pocas cosas que me quedan, como la paz. Por otro lado anhelaba que utilizará la información que poseía de mi para que me vuelva a formar como si fuese un juego de piezas. Necesitaba que me contará la historia de Virginia Vitali porque se me había olvidado.

No logro solventar mis dudas e incertidumbres así que llamo al chófer que Ornella tenía a su disposición para llegar a casa y acomodarnos en el calor hogareño.

A una semana de aquello no paraba de llamar a mi prima para debatir lo que hacía con el chico que la mantenía confundida.

Sácame de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora