Capítulo 37

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La primavera comenzó, las flores derrochaban perfume y color pero mi delicada flor, blanca y pura aunque con el interior oscuro, parecía marchita. Nos había absorbido una jornada de exámenes correspondientes a la finalización del segundo trimestre.

Eran muchas las horas que estábamos distanciados ya que ella realizaba las evaluaciones de manera oral y para ello la llevaban a la oficina de la directora. Allí Mariángeles o los mismos profesores le tomaban la lección. En ocasiones se quedaba luego de las horas lectivas para llevar a cabo la prueba.

Nuestra lejanía me preocupaba. Sentía como su alma se apagaba, no deseaba hablar conmigo, todo apuntaba a que debía decirme algo mas no podía.

Ahora que ya entrábamos en vacaciones por Semana Santa, era abundante el tiempo en el que pensaba en ella y trataba de recordar si la última vez que nos habíamos visto, algo salió mal...

Ella recostada en mis piernas, sin emitir sonido y atenta al relato. En un principio me ponía nervioso y se me trababa la lengua a la hora de hablar. La simpleza que poseía en ese momento y el hecho de que no le importasen mis confusiones lograron que tomara seguridad y comenzará a narrar con la misma soltura que un locutor de radio.

No le encontraba fallos al recuerdo, había sido por demás de perfecto...

¿Ese había sido el problema? ¿La perfección y el cariño eran algo ajeno a ella o que le recordaba su vida antes del accidente?

Si Virginia necesitaba algo fuera de lo perfecto, divertido y, quizás, mal visto cuando ella era una pequeña celebridad, se lo daría.

Aquella tarde fui a oír a la Pianista y su mágico instrumento. Aún me faltaban unos metros cuando la música comenzó pero era diferente y más alegre de las que solía tocar. Al llegar a la ventana distinguí que no solo el piano estaba en marcha sino que el violín también sonaba en las manos de su hermano.

Escuchar su risa mientras tocaba "A dream is a wish your heart makes" de la Cenicienta era resplandeciente. Luego de que Diana me acribillara con películas de Disney de niños, conocía todo el repertorio. Llegó un momento donde dejó que su hermano siguiera mientras se levantaba y empezaba a bailar la canción cual princesa bailando un vals.

Llevaba un vestido blanco hasta las rodillas y de gran vuelo, además de unos zapatos con algo de tacón del mismo color. Parecía que hubiese salido hace un rato ya que solía llevar ropa cómoda y suelta cuando estaba en su refugio.

Mientras Vincenzo tocaba, ella reía y daba vueltas logrando que la falda de la prenda se moviese con ligereza. Una vez finalizó la canción con un gracioso cierre del violín, Virginia se apoyó justo en la ventana por donde miraba y di unos toques a esta para que se percatara de mi presencia. El ruido hizo que se sobresaltara pero volvió a reír y se dirigió a la puerta.

- Caleb... - dijo mientras tomaba aire por qué aún se encontraba agitada - Perdón por el espectáculo... imaginó que habrás venido a ver a una chica misteriosa que toca el piano, tengo entendido que por el barrio la llaman "la Pianista"

Amaba su lado gracioso, uno que terminaba de conocer hacía unos minutos, su parte humana - Venía con intenciones de visitar a la Pianista pero la bailarina y princesa que me encontré me fascinó mucho más... - al decir aquello ella se sonrojó.

Recién apreciaba su rostro y no me molestaron las cicatrices, ella al natural era aún más hermosa..

- Se le ofrece algo, señor admirador esta pianista/bailarina tiene que continuar con el show... - preguntó sarcástica

- Ya que a mi Pianista le agrada bailar... ¿Qué te parece si mañana te paso a buscar sobre las ocho y vamos a bailar a algún sitio donde no pongan canciones infantiles? - ella quedó un poco confundida y se tomó unos segundos para analizarlo.

Sácame de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora