Capítulo 40

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- Virginia Vitali - dijo cuando estreché su mano.
- Caleb Alcatraz.
- Un placer, Caleb - la intensidad y sensualidad de su voz me confirmó de que aquello sería el comienzo del final.

No me equivoque al decir que con ese apretón de manos estaba firmando mi sentencia de muerte.

Durante los dos últimos meses no pude evitar pensar en un final feliz. Acumule una gran cantidad de recuerdos con Virginia. Desde que conocía a la dueña del seudónimo "Pianista" se había convertido en un órgano vital de mi anatomía.

La sensación de calma que me provoco aquella tarde cuando se recostó en mis piernas mientras le leía, el ambiente gracioso que logró su perro cuando lo sacamos a pasear, el entorno sensual que se dio en la discoteca que terminó con susto y risas al despertarnos con la voz de mi hermano, los gritos de emoción cuando fuimos a la feria que organizaron en el pueblo, la felicidad propia de un niño cuando estuvo presente en mi cumpleaños, las acaloradas e irrelevantes discusiones en la biblioteca donde en susurros bromeábamos sobre sus gustos literarios, son solo algunos de los mágicos e imborrables recuerdos que viví con Virginia hasta los últimos días del curso.

Por otro lado estaban los momentos junto a la hermosa Pianista. Desde que la conocí por accidente y la obsesión se desarrolló en mí en la corta duración de una pieza musical. Mis divagaciones e investigaciones hacía todas las chicas de mi colegio. Como me colé en el ayuntamiento y el pequeño rato allí logró que encontrara mi pasión en el mundo de la política económica, la increíble sorpresa que fue despojarla de su máscara incluso cuando había sopesado la idea de darme por vencido, lo grandioso que fue observarla sin tapujos, sin maquillaje ni grandes trajes, tener la oportunidad de estar a su lado mientras sus dedos se movían ágilmente a escasos centímetros de mí.

La gran cosa que relacionaba todos aquellos recuerdos y las diferentes facetas de la señorita Vitali, era el misterio, la atracción hacía lo prohibido, lo extraño o único. En cada uno de esos momentos se presentaba su sonrisa maliciosa que te invitaba a seguirla.

Aún no descartaba la idea de que fuese hechicera... parecía magia la manera en que conseguía que todos la adorasen, que no pudieran dejar de apreciarla cuando se hallaba presente. Además, su melena indomable luciría bien bajo un sombrero negro y puntiagudo.

Diana me había confesado, hacía unos días estar orgullosa de mí ya que, a pesar de que no siempre creyó que Virginia fuese alguien recomendable, ella me había devuelto una sonrisa luego de la inestabilidad que me hizo pasar cuando su figura se restringía a la Pianista.

Sin embargo, esa tarde la sonrisa que ella me provocaba no había estado presente ni su sonrisa maliciosa había concurrido. El dolor, la confusión y la desesperación fueron los protagonistas.

Todo comenzó cuando decidí pedirle, de una manera formal, que fuese mi novia. En lo que a mi constaba manteníamos una relación pero no habíamos deseado ponerle nombre. Creí que su negativa al oírlo se debía a que no le agradaba poner un título a aquello tan hermoso.

- ¿Por qué no? - pregunte despacio mientras mi mano borraba una lágrima que rodaba por su mejilla.

- Porque me juré apartarte de mi vida el día que esto dejase de ser una aventura... - dijo y sus lloro se intensifico.

La contuve en mi brazos, no podía hacer nada más. Un fuerte dolor se instaló en mi pecho y paso a confusión cuando me besó con desespero. El deseo por no dejarla ir hizo que el beso fuese infinito, no podía soltarla, después de todo el destino no podía alejarla de mí. Mis labios dejaron los suyos para descender por su cuello y tocar cada centímetro de piel expuesta.

- Caleb... no lo hagas más difícil, por favor - rogó con la voz rota consiguiendo que me desprendiese de ella para ver en su rostro.

- ¿Por qué me castigas, por qué nos aniquilas?¿Qué he hecho mal..? -

- Tu único error fue enamorarte de un chica sin alma, un conjunto de carne que no se ama a si misma. Alguien a la que le fascina tu cercanía pero no puede dejar que la ames, eso no sería justo porque jamás podría devolverte todo el amor que te mereces. -

Su confesión sigue taladrándome la cabeza incluso horas después. Los recuerdos son un filme que se repite una y otra vez en mi mente logrando que rememore el primer beso que le di. Fue en el mismo valle donde perdí mi alma esta tarde.

Decido observar la única foto que tengo de ella, una que no es de Internet y que saqué cuando fuimos a la feria.

Narra la pianista

Estoy sentada en el taburete frente al piano, creí que este sitio me reconfortaría de alguna manera pero solo conseguí desahogarme al interpretar algunas baladas melancólicas en aquel hermoso instrumento.

Algunas personas se deshacen del dolor con risas, otras lo ignoran, yo busco sentir más dolor para exprimir mis lágrimas. No me detengo hasta consumirme y reiniciar mi existencia. Eso era lo que más me dolía, no deseaba olvidar a Caleb. El dolor que me generaba su ausencia era lo poco que me quedaba desde hacía dos días.

Comienzo a tocar "No me ames" de Jennifer López y Marc Anthony y percibo su presencia. Definitivamente, una canción idónea para el momento. Mis manos tiemblan al terminar, necesito desahogarme y gritar, pero sabiendo que él esta ahí solo anheló un beso.

Me acerco a la ventana y apoyo mi mano en el cristal, el ligero golpe en este me indica que el hizo lo mismo.

- Tú, pequeña criatura, me has dado los mejores meses de mi vida y solo espero que tras este dolor, en algún momento de nuestras vidas, el destino nos vuelva a juntar... - dijo y se escuchó como un susurro tras la ventana.

- Me fascinaría que me vuelvas a sacar de las sombras - respondí dando un poco de vida al ambiente, al fin y al cabo, no mentía. Volver a jugar con el sería un buen deseo de cumpleaños.

- Estoy seguro de que tendré la oportunidad de volverte a desenmascarar, querida Pianista.


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Sácame de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora