Capítulo 14

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Su respiración era agitada, inhalaba aire profundamente para llenar sus pulmones. En ningún momento apartó sus ojos de color almíbar de mí. Pero no podía describir lo que pasaba por ellos, eran demasiadas las emociones que al mezclarse se hacían indescifrables.

Era poca la luz que me ofrecía el alumbrado público, trate de analizar al chico que estaba junto a ella. Parecía algo más alto que yo y de cabello claro, sin embargo, pretendiendo un anonimato, volteo su rostro al lado opuesto de donde llegó mi voz al gritarle a Diana. Esta, cuando salió de su trance, quitó con cuidado la mano que el muchacho tenía en su cintura y susurró algo imperceptible a mi oído, automáticamente él se marchó en dirección a las calles en penumbras que se dirigen al centro del casco antiguo.

- ¿Qué haces aquí, Caleb? - pregunto recuperándose de su vulnerabilidad como si esta no hubiese existido momentos antes. Utilizó un semblante frío y tan distante que me sentí sorprendido y algo herido.

¿Que había pasado entre nosotros?¿En qué momento te deje extraviar, Diana? Las preguntas iban y venían. Debí prestarle atención a mi cerebro que deseaba una conversación empática, no ir a confrontarla y exigirle nada como lo hice.

- ¡¿Qué hago yo aquí?! ¡¿Lo dices en serio, Diana?! La pregunta que se debe responder es ¿qué haces tú aquí? - dije salido de mis casillas y al borde de zarandearla. No podía seguir a mi cabeza cuando sentía mi corazón desprenderse de mi pecho.

-  No es de tu incumbencia - dijo secamente y con intenciones de marcharse.

-  No me vengas con esas, Diana. Tú no eres así... ¿por qué te has comportado de esa manera tan atípica en la discoteca y después, cuál es el trasfondo de todo esto, acaso era un reto? - mencione tratando de entender lo que desesperadamente necesitaba comprender.

- ¿Un reto...? - dijo con ironía y al borde de la risa - ¿En serio crees que haría todo esto por un estúpido reto? - ante mi falta de respuesta, ya que no encontraba más posibles razones, continuo - De qué valdría explicártelo... - dijo como si hablara para sus adentros - tu no lo comprenderías como pasó con el resto- se lamentó mostrando algo de tristeza.

- Yo no soy como los demás - afirmé mientras recordaba cada momento juntos, prácticamente una vida junto a ella pasando por mi mente - Eso lo sabes muy bien... ¿Qué hice para que dejaras de confiar en mí? - pregunte con él corazón en las manos. Ya no podía enfrentarla, siempre había sido más fuerte que yo, nunca me necesitó como yo a ella - Dime qué provocó este abismo entre nosotros.

Sentí como se ablandaba, como sus ojos se nublaban por las lágrimas que nacían, mas no perdió el porte. Se rehusó a sentir, a partirse delante mio, mantuvo retenida su parte humana para mostrarse igual de helada que la escarcha. - ¿Verdaderamente necesitas saberlo? - preguntó con desdén como si yo conociera la respuesta.

- Si necesito saberlo - le aseguré - Necesito entender qué demonios ocurre a mi alrededor. Dime lo que debo entender de ti, lo que causó que no me lo contases antes.

- Lo único que puedo decir es que me desperté. La vida dejó de ser perfecta y me tiró al vacío sin paracaídas - respondió mirando a la nada misma.

Su rigidez, al hablar, se convirtió en melancolía aunque rápidamente, está, paso a frustración y enojo. Con mis gestos la invité a dejar las metáforas de lado y explicarme con hechos.

- Todo comenzó en las vacaciones a New York - eso quería decir que desde el verano pasado, analicé - las cosas se salieron de control. Mi madre... ¿ No te has preguntado dónde carajos está o la has visto haciendo las compras últimamente?

 La pregunta sobre su madre luego del comentario del viaje me hizo suponer que Rosa se encontraba en EE. UU. 

Eso no tiene lógica alguna. Diana no estaría viviendo sola y su madre se encontraba en su casa de lo más tranquila. Necesitaba mantener la calma pero, a cada segundo comprendía menos lo que ocurría.

- ¿Por qué tu madre está metida en esto?¿Cuál es el fondo de todo esto, Diana? - no podía seguir escuchando suposiciones.

 - Debí asumirlo - dijo con ironía - Es más que evidente que ni te has percatado del asunto. Tú me preguntas en qué momento se llegó a esta relación pero tu no haces más que distraerte con la chica ciega y perseguir fantasmas con el esmero de atraparlos. - Su afirmación era muy consistente y no me dio tiempo a buscar excusas para contraponerse ya que siguió - Si quieres conocer la verdad, Caleb, yo te la diré. No me importa si te escabulles y huyes como los demás. Haré lo que deba para que el gran tumor en el estomago de mi madre no le genere más complicaciones que la lleven a la muerte.

Decir que me quede mudo sería nulo a comparación de mi estado en ese momento.

- Ahí tienes tu deseada verdad . Que conste que cuando me refiero a hacer lo que sea es que estoy dispuesta a olvidarme de ti y de tus absurdas reclamaciones para quedarme a su lado. Ella me lo ha dado todo y no puedo hacer más que darle hasta mi piel. La única forma que encontré de conseguir rápidamente el dinero para su medicación es ofreciendo mi cuerpo...

Era demasiada información para procesarla en aquel momento. Estoy más que seguro de que me había quedado inmóvil y sin poder transmitir una sola palabra.

 - Diana... - logré susurrar sin saber muy bien que hacer - Yo... siempre estaré contigo - dije alegando un viejo recuerdo en el que se firmaba un pacto de amistad eterno que, desconocíamos en ese entonces, se rompería sin la década de existencia. - Puedes contar conmigo, déjame ayudarte con... - logré suplicarle antes de que me interrumpiera mientras negaba con la cabeza.

- No, Caleb. Has sido alguien muy importante para mi pero tienes que alejarte. Dejar de mirarme como si fuese un ángel porque no hay nada más erróneo. Solo puedo rogarte una cosa, mas no quiero abusar de nuestra amistad - dijo como si nuestros recuerdos no fuesen otra cosa que un sueño que al despertar se esfuma -  Olvídame Caleb y deja que arregle esto yo sola - terminó mientras se marchaba en la misma dirección que el chico, anteriormente.

A pesar de que les exigí a mis neuronas que trabajasen más rápido para poder comprender todo lo ocurrido desde hace casi una hora, lo único que conseguí fue quedar en mitad de aquella carretera y sin saber que hacer más que llamarla para que vuelva a explicarme que había pasado allí.

Diana ignoró mis gritos como el pedido de cordura a mi mente y mis bolsillos vacíos a mi urgencia por consumir alcohol.


Sácame de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora