Capítulo 1

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Psiquiátrico Sean Mikhailov, Rusia a 24 de julio de 1994

Quitaban con rapidez los seguros de la puerta metálica, uno...dos...tres...cuatro...unos firmes pero muy enfadados pasos se aproximaban, su perfume invadió toda la habitación de la misma forma que lo hacía todos los días—Bienvenido Dr. Karl— dije al sentir su presencia frente a mi.

Una sonrisa fanfarrona danzaba sobre mis labios—¿Qué te hace creer que vengo a darte buenas noticias _____? —soltó con fiereza.

—Simple intuición— respondí con tranquilidad, hubiese jugueteado con mis manos de no ser por la camisa de fuerza— Dicen que las mujeres tenemos un sexto sentido Jace.

Sentía la ira emanando de su cuerpo, me deleité en la exquisitez de su perfume, se sentía tan fresco gracias al cedro y cítricos, o quizás a ese ligero toque floral que dejaba un cosquilleo al final—Salgan— ordenó, escuché como los que custodiaban mi puerta salían y cerraban tras ellos.

Esto será divertido

Su respiración era intensa, explotaba de ira internamente y la única evidencia de ello era la fuerza exagerada con la que entraba y salía el aire de sus pulmones— ¿Por qué no me quitas la venda de los ojos? No recuerdo la última vez que me dejaste verte—me acerqué un poco más a él, mi nariz jugueteaba en el hueco de su cuello—¿o acaso me tienes miedo Karl?

Sin previo aviso me estampó contra la pared, una de sus manos me apretaba del cuello intentando ejercer algo que nunca tendría sobre mí por más que intentara engañarse— No sé que tienes en mente _____ pero no va a funcionar....

—Esta faceta tuya si que me calienta Karl— dije esbozando una sonrisa, él apretó su agarre y me azotó de nuevo contra la pared.

Esta batalla no es para justa cariño, estoy atada y vendada

Tu vida es una ironía ¿cierto?

Se escuchaba frustrado—No sé como conseguiste que alguien lo hiciera _____, si tienes aterrado a todo el maldito hospital.

El agarre se volvió lo suficiente como para que pudiera hablar—¿De qué hablas? No es mi culpa que me golpearan—la punta de su nariz rozó con la mía— pero la política es justa, ya no puedo estar en la sección donde pueden hacerme daño—pausé— porque ya no soy una "amenaza"—solté llena de diversión. 

—Llegaron por ella —gritó el guardia desde afuera.

—Ya la llevo— contestó soltándome por fin.

Karl quitó el seguro de lo que cubría mis ojos, era de cuero por fuera y acolchonado por dentro, estaba diseñado para no moverse de su sitio bajo ninguna circunstancia. Tardé un poco en acostumbrarme de nuevo a la luz, lo primero con lo que me encontré fue el rostro de Jace Karl, su cabello perfectamente acomodado, sus ojos como esmeraldas relucientes observándome con la misma fascinación que el primer día, sus labios rosados y apetecibles me rogaban que los devorase. 

—Aún no puedo matarte—dije haciendo referencia a la camisa de fuerza.

No dijo nada, pero prosiguió a quitar los seguros de la parte delantera, detallé su mandíbula mientras él se concentraba en desabrochar el lío de las enfermeras, su mirada chocaba con la mía de vez en cuando—Creía que ya te habías acostumbrado Karl—comenté.

—La heterocromía nunca deja de ser fascinante— me dio la vuelta bruscamente apoyándome de nuevo con la pared, comenzó a quitarme los seguros de la parte de atrás—Me recuerda lo peligrosa que eres—reí ampliamente.

Apoyando mi mejilla en la pared pegue mi trasero a su entrepierna, hacia pequeños movimientos frotando aquella parte que se negaba a obedecerle, sus manos abandonaron los seguros y se posaron en mis caderas, me apretó con firmeza para restregarse contra mí— ¿Me deseas Karl?—pregunté en cuanto escuché un gruñido de su parte.

Nunca digas nunca ||Kai Parker y tú || [ +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora