Mónica

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Viernes
20:33 pm

Dentro del salón Solstice, una luminosidad bastante apagada y oscura destaca en toda la sala principal.

Un taxi me ha traído sin tener que pagar, y en la entrada me encuentro a dos guardas tapando la entrada.

Se me quedan mirando.

-Soy...-no me da tiempo a decir, cuando me dejan pasar al segundo-.

¿Y eso?

Me lo tomo como algo normal. De momento...

Cruzo un pasillo de paredes rojas y llego al solitario fondo. Nada, ni nadie.
Tan solo una especie de claustrofobia al color tan trepidante de estas paredes.

Desde luego, es un lugar secreto. Y lo tienen bien guardado.

En la última sala, dos voces de hombres se escuchan desde el interior.

Llamo a la puerta y me dan paso.

Ahí está, aquel hombre del que aún ni siquiera sé su nombre.
El jefe de la empresa. El hombre de la chaqueta...

No me desagrada ese apodo.

En cuanto me ve, sonríe algo escondido, y el otro señor se gira.
Este hombre es más mayor. Quizás ya lleve bastantes años dedicándose a los negocios.

-Espera fuera-le dice al hombre, y este se levanta y se va sin siquiera mirarme-.

Cierra la puerta y nos deja a los dos en un silencio.

-Pensaba que no vendrías.

-¿Por qué?

-Normalmente, las chicas se acobardan antes de asumir un trato como este.

-No está tan mal-el papel, el papel...-, pero lo del taxi sí ha sido un poco excesivo.

Arquea una ceja.

-Yo soy el jefe. Y mando sobre todas esas cosas.

Me achanto y no digo nada.

-¿Por qué eres tan diferente?

¿?

-A las demás sumisas que aceptan estos trabajos-añade-.

-En realidad no estoy aquí por eso-otra vez cagándola-.

-¿Y por qué estás aquí?-se levanta de la mesa y se acerca a servirse un licor.

-No creo que deba aclarar demasiadas cosas.

-Si yo te lo pido-hace una pausa para mirarme-lo haces.

Tomo una bocanada de aire. No sé cómo tomarme todo esto.

-Pues estoy aquí...-me invento algo- Por una ofrenda.

-¿De qué?

-De dinero.

No se me ocurre otra cosa mejor.

-Eso es mentira.

-No. No lo es.

-Haciendo esto ya vas a recibir mucho dinero. Así que es absurdo.

-Pues esa es la razón.

-¡Que no me mientas, joder!-me agarra de los brazos y me empuja contra la pared.

Vale, esto ya no me está gustando nada.

-Ni siquiera sé cómo se llama. Y suélteme.

No puedo seguir con ese papel. No en estas situaciones.

Una Verdad Perfecta [𝘾𝙤𝙢𝙥𝙡𝙚𝙩𝙖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora