En la boca del lobo

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Lissa

Eiden y yo nos escondemos después de correr por el campo exterior a la edificación. Nos apresuramos a preparar las armas mientras comenzamos a escuchar a los militares acercarse a la zona del disparo. 

-¿La has cargado?

Asiente, y cierro la mochila para volver a colocarla en mi hombro.

Eiden me muestra un largo impreso A2 con el plano de este lugar. 

-Este es el plano del centro industrial -lo extiende delante de mí-. Visto desde arriba.

-Es demasiado grande... No podemos explorarlo todo hasta encontrar a Mónica.

De repente suenan unos disparos al cielo.

-¡Joder! -Eiden da un brinco del susto, y se cae sobre mí- ¡Perdón! -susurra.

Yo le sonrío absurdamente, e intento escuchar lo que hablan los soldados a lo lejos.

-Están inspeccionando la zona. No podemos quedarnos aquí.

-Pero tampoco podemos seguir corriendo -afirma él-. Tenemos que entrar ya. 

Nos levantamos del suelo y observamos la pared más cercana a nosotros. A bastante altura, el crujido del movimiento con el aire me da a identificar la única y pequeña ventana de todo ese muro.

-Está demasiado alta.

-No -me contradice Eiden-. TÚ eres demasiado bajita.

Y, haciéndome cosquillas, me coge en brazos y me sube sobre sus hombros.

-¡Eh! ¿Qué haces? 

-Ahora llegas, ¿no?

Miro hacia arriba, y la cercana distancia de la ventana me deja ver a través de ella. Una habitación oscura y desalojada, perfecta para ser nuestra primera entrada.

Los pasos rápidos de una multitud de personas armadas se escuchan cada vez más cerca. 

-¡Sube! ¡Vamos! -grita Eiden.

Agarro todas mis fuerzas y me impulso con mis brazos. Eiden me ayuda para terminar entrando de un salto en la ventana.

Si no la hubiéramos encontrado abierta, no hubiéramos tenido otro remedio que romper el crital a la fuerza, provocando mucho más ruido, y llamando la atención de los que, esta vez, se encontraban dentro.

Caigo sobre una mesa, y me agarro con las manos para no golpear mi cabeza contra esta. Me incorporo e inspecciono que nada se haya salido de la mochila.

-¡Mierda! -grita Denn desde el otro lado.

Disparo.

Me sobresalto y llevo la mano a mi pecho.

Otro disparo.

«Oh no...»

Corro a subir de nuevo a la ventana, pero cuando asomo la cabeza una mochila se me estampa contra la cara.

-¡Auch! -caigo de espalda contra la mesa.

«¿¡...!?»

Eiden aparece por la ventana y se impulsa para entrar en la habitación, cayendo encima de mí.

-¡Ouch! -vuelvo a gimotear.

Se estampa contra mí, y todo su peso cae encima de mi cuerpo ya dolorido.

Su respiración es acelerada y sus sienes sudan sin parar.

-¿Qué ha sido eso?

-He disparado a dos de ellos -explica, con la voz entrecortada por la respiración-.

Una Verdad Perfecta [𝘾𝙤𝙢𝙥𝙡𝙚𝙩𝙖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora