Secretos de chicas

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Lissa

En uno de los pisos más altos del rascacielos, me encuentro frente a la puerta de uno de los grandes apartamentos.

Suspiro y divago un poco, tocándome el cabello con ansiedad.

El sonido de la puerta me saca de mis pensamientos y Sam aparece tras ella.

Tan atractivo como siempre, no rompe con el silencio. Y me quedo parada unos segundos.

-En realidad no quería venir.

-Pero lo has hecho.

Se echa a un lado y me deja entrar.

Le miro de reojo, mientras cierra la puerta y se apoya a ella. Haciéndome ojo del apartamento, me sitúo al centro de la amplia sala.

Puedo sentir cómo me observa en silencio desde la puerta. Y yo vuelvo a fijarme en los grandes ventanales que dan a la terraza.

-¿Qué pasó con Olivia el miércoles?

-¿Has venido por eso? ¿Porque estás celosa?

-No.

-¿Entonces por qué has venido?

Me giro para verle de cara, y me encuentro con esa pícara e incrédula sonrisa.

No voy a poder aguantar esto.

-No debería haber venido-camino para cruzar junto a él y marcharme, pero me agarra del brazo y hace que pare de golpe-.

Eso me provoca tragar grueso, y no ser capaz de mirarle a la cara.

-No voy a poder pararte más veces. Así que dime por qué has venido.

Me quedo en silencio, y tan solo escucho el eco de su voz repitiéndose en mis oídos.

Está distinto a la otra noche. Algo pasó con Olivia.

-Quiero saber qué pasó con Olivia.

-Eso no es todo.

-Sí lo es.

-Deja de mentir.

Vuelvo a quedarme callada.

Siempre tiene una contestación para todo, y eso hace que se coloque a un paso encima de mí.

-No puedo alejarme de ti-y así lo solté. Como unas simples hojas que se llevan por el viento y desaparecen en cuanto son soltadas. Pero en este caso no fue así. Me arrepentí al segundo-.

Esto le provocó soltarme el brazo y comenzar a mirarme. Por segundos, por minutos... O eso es lo que parecía.

Mi voz sonaba tan tenue y entrecortada que entendió al momento qué es lo que rondaba por mi mente, y por mi cuerpo. Puro nervio. Pura obsesión. Y puro masoquismo.

-Dilo otra vez.

Trago saliva ante su mirada tan fija en mis ojos.

-No puedo alejarme de ti-lo repetiría las veces que hicieran falta, para terminar con este sufrimiento que parecía que duraba horas.

Entonces me agarra el cuello con suavidad.

-¿Vas a decirme que pare?

Me quedo en silencio, tensando todo mi cuerpo. Esto es muy sencillo pero muy complicado a la vez. Y no estoy preparada para ello, ya no.

Cierro los ojos, alentándome para lo que pueda pasar, pero entonces es cuando entro en confusión, porque no pasa nada.

-Lissa, por favor. No digas nada.

Una Verdad Perfecta [𝘾𝙤𝙢𝙥𝙡𝙚𝙩𝙖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora