Vida de mariposas

25 3 14
                                    

Eiden

Arrastro los pies por el suelo, cabizbajo, mientras voy llegando a mi casa.

Entro por la puerta, preparado para lo que el destino haya sugerido para mí, y la escena que veo no me gusta nada.

Mi padrastro está charlando con unos hombres en los sillones de la sala, frente a la televisión. Unos hombres que no he visto en mi vida.

-Hola, Eiden. ¿De dónde vienes tan temprano? -pregunta mi padrastro.

-Debería preguntártelo yo también, ¿no?

Mi expresión es seria, neutra. No voy a dejar que ese hombre lea mi mente nunca más.

-Eiden -cambia el tono de voz, a uno más firme-.

-He venido de...correr. Quería aprovechar la mañana -miento muy descaradamente-.

-Es bueno hacer ejercicio -dice, sabiendo muy bien que él está obsesionado con el deporte-. Estos son unos amigos del trabajo.

Se levanta y todos me saludan.

-Este es Thomas Gamora.

-Encantado, chico.

Sonrío falsamente.

-Este es Xenor Wilmor.

-¿Qué tal? Encantado.

Me da dos palmadas en la espalda y yo aguanto la respiración mientras me duele.

-Y, por último, Vladimir Holland.

El señor me extiende la mano y yo la recibo.

-Encantado de conocerte, Eiden -su aspecto me resulta escalofriante-.

-Igualmente. Ehh... Me voy a duchar, ¿vale? -hago lo que sea para marcharme de ahí.

Subo las escaleras entre suspiros y maldiciones, y cambio de expresión cuando me encuentro a mi institutriz allí plantada, asomada en la barandilla de la escalera.

-¡Oh, Denn! Hola... -se rasca la nuca, y se separa del vidrio.

-¿Así que espiando, eh?

-¿Q-Qué? No estaba espiando. Solo estaba...revisando el cristal -se agacha-. Está...ehh...muy sucio.

Bufo y me río, mientras acelero el paso para cruzar junto a ella y sentir sus nervios desde la distancia.

Aún no sé lo que ocurre entre mi institutriz y mi padrastro. Si son amantes, ¿por qué no se fugan, o se van del país y crean su propia historia de amor?
Cualquier cosa es mejor que quedarse aquí y seguir molestándome e incordiando.

Cruzo el pasillo y entro en mi cuarto. Reviso que no haya nada fuera de lo normal, ya que a mi madre le encanta entrar como si nada e inspeccionar a sus anchas.

Una vez encontró un paquete de lubricantes, y yo hice todo lo posible para que entendiera que no eran míos, que yo aún no usaba esas cosas. Pero no me creyó, y resultaron ser de mi institutriz.

Ni siquiera quise preguntarme por qué los tenía en mi casa, ya que ella nunca me dio ninguna explicación al respecto.

A día de hoy mi madre sigue pensando que eran míos.

Salgo de mi habitación y me dirijo al cuarto de baño, para darme una buena ducha, y liberar toda la tensión que llevo reteniendo desde anoche.

Pero al entrar, doy un brinco al encontrarme algo muy impactante.

Mi madre está ahí.

-¿¡Ma...Mamá!? ¿¡Qué coño...!?

Me la encuentro sentada sobre la tapa del váter, con la cara pálida y los brazos temblorosos. Sujeta una prueba de embarazo sobre sus manos.

Una Verdad Perfecta [𝘾𝙤𝙢𝙥𝙡𝙚𝙩𝙖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora