Capítulo 4.

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Louis podía ser la persona más seria del mundo, pero cuando tenía un objetivo que cumplir se podía convertir en un risueño de primera.

En ese momento coqueteaba con galantería al chico que estaba sentado a su lado, llevaba la bebida a sus labios y reía ante cualquier chiste que oía a pesar de que no le causaran gracia.

Lo único que quería era descansar, así que mientras más rápido terminara su objetivo mejor para él.

Arquea ambas cejas con un poco de impaciencia y se inclina hacia el hombre, sólo bastó dejar un pequeño beso en la esquina del labio inferior para acelerar el proceso.

Ambos se encontraban caminando hacia el baño del casino y el ojiazul aún llevaba el vaso de vidrio en una de sus manos.

Su mirada se pone fugazmente en el pasillo y con su mano libre le hace un gesto a James invitándolo a acercarse, el chico mira la mano de Louis, ambos ríen y el ojimiel lo sigue como un niño a punto de recibir un dulce como premio.

El ojiazul jamás lo tocó.

—Espérame, necesito ir al baño urgente.

James lo iba a seguir, pero el castaño lo deja quieto en su lugar.

Lo necesitaba en el punto ciego del lugar.

—Si te mueves, no haremos nada— murmura suavemente y entra al baño del casino, dentro de este se mete a un cubículo del lugar y se pone un guante de latex extra delgado, transparente, depués de eso, limpia las huellas de su vaso.

James estaba bastante borracho como para notar el guante en su mano derecha, vacía una cantidad considerable de cianuro y mezcla su contenido.

Era la cantidad suficiente para que el joven muriera en un par de horas, al ser un político importante saldría en las noticias.

El ojiazul programa su celular y sale del baño con una sonrisa en sus labios.

—Me termino esto y nos vamos— murmura y en ese mismo momento suena su celular, tal como lo había planeado.

Lo contesta y se lo lleva a su oído, todo eso bajo la atenta mirada de James.

El hombre se acerca y reparte besos por el cuello del castaño, estaba demás de decir que el ojiazul se sentía incómodo y asqueado.

Aparta su celular de su oído y murmura de forma baja un:

—Aún no me termino mi vaso— y eso fué suficiente para que este fuera arrancado de su mano.

La fría mirada del castaño se pone sobre el hombre que se había bebido su vaso al seco.

Wow.

—¿Mi madre está bien?— murmura en un hilo de voz al teléfono y sus ojos se llenan de lágrimas— sí, iré para allá.

Corta la llamada y sus ojos se ponen sobre el otro hombre.

—¿Debes irte?

—L-lo siento, mi m-madre tuvo un accidente, debo ir— murmura de forma nerviosa y mira hacia a todos lados— lo lamento mucho, me siento un poco sofocado y en shock ahora.

—No te preocupes, por lo menos tengo tu número— el ojiazul asiente con un nerviosismo fingido y abandona el pasillo del lugar, sus manos estaban dentro de su pantalón y sin dar una última mirada abandona el casino.

Camina solo durante un par de cuadras hasta llegar al vehículo que había rentado para esa ocasión.

—Es tan patético— murmura para sí mismo y abre la puerta del auto, entra a este y quita su guante, enciende la radio y una vieja canción sonaba en ella.

Para él eso era suficiente.

Sólo debía esperar y la noticia llegaría a los oídos de todos.

Louis se caracterizaba por ser silencioso y jamás dejar rastros, en cambio Harry solía ser un poco más brusco y sangriento.

Bastante diferentes a decir verdad.

El ojiazul ya había salido de la ducha cuando ve en las noticias que James Mitchell había fallecido, con eso su primer encargo estaba tachado en la lista y en unas horas más saldría por el segundo.

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Harry se encontraba sentando en el punto más alta de un edificio, tenía audífonos sobre sus oídos mientras movía su cabeza de un lado al otro, mira la hora en el reloj de su muñeca y decide que es momento de trabajar.

Se levanta de su lugar y abre el estuche que estaba frente a el, se da el tiempo de armar y acomodar el trípode antes de posicionar su francotirador sobre este, le da un breve vistazo al reloj otra vez.

Ya casi era la hora, Harry se estira boca abajo y observa a través de la mira, sigue tarareando la canción que se reproducía a través de sus audífonos, su objetivo ya estaba localizado, así que pone su dedo sobre el gatillo.

Sólo un poco más.

Un disparo impacta sobre el cemento a un costado de Harry y el ojiverde inmediatamente abandona la misión, suelta un gruñido por lo bajo, jala sus audífonos y con sus manos temblorosas intenta guardar el francotirador en el estuche, le había costado una fortuna y no quería perderlo, joder.

Pone este sobre su hombro y corre a través del lugar, mira sus manos enguantadas y una idea pasa por su mente, podía morir por lo que estaba a punto de hacer, pero tomaría el riesgo.

Se sujeta de uno de los tubos de metal que se encontraba por fuera del edificio y se deja caer por este a una velocidad impresionante, esperaba que el tubo no tuviera ninguna falla o se cortaría la mano.

Sus pies impactan con fuerza contra el asfalto y vuelve a acomodar el arma en su hombro, sin más comienza a correr hacia a la izquierda.

Le habían jodido la maldita noche, mira sobre su hombro y ve... ¿Matthew Edevane y Christian Bullock?

Vuelve a poner su mirada al frente para no terminar chocando con algo, ¿porqué rayos esos dos estaban juntos?

De pronto Harry lo entiende, se habían formado alianzas, mierda.

Debía correr lo más rápido que podía.

Los iba a matar en su respectivo momento, claro que lo haría.

Con ese último pensamiento dobla hacia la izquierda y corre a través de un callejón, a penas sale de esta dobla hacia la derecha y obliga a sus piernas a correr más rápido, la quemazón se hizo presente e incluso las plantas de sus pies hormigueaban.

Vuelve a doblar hacia la izquierda y cundo sale a la próxima calle, dobla a la la derecha, se da el tiempo de mirar sobre su hombro para comprobar que los había perdido de vista y al ser así, una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

Lo había logrado.

No sabía cuanto había corrido, pero se sentía jodidamente agotado.

Se recarga en una pared de ladrillos para tomar un respiro y desvía la mirada hacia a uno de sus costados.

William Ajax y Robin Clinton estaban a un par de metros frente a él, pero sus miradas no estaban puestas en Harry, si no más bien en un ojiazul que estaba demasiado concentrado en pasar desapercibido que en mirar a su alrededor.

Tenía que ser una jodida broma.

Traitors |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora