Lágrimas caían poco a poco, con una respiración entrecortada y la mirada perdida. Manos temblorosa sostenían un sobre, fotos de dos enamorados, una soltera y otro casado. La rabia aumentaba con cada segundo, y la decepción inundaba el corazón.
Das un suspiro de frustración. Años de esfuerzo por mantener un matrimonio estable se van por el caño. Tus piernas no dan más y te desplomas lentamente deslizandote por la pared, te pones en posición fetal, llorando todo lo posible, con el corazón está roto.
Unas horas después del desahogo tomas una botella de whisky , pones los hielos en un vaso y te sirves la bebida. La garganta te arde, pero ya no te importa, nada más quieres olvidar esas fotos.
Abrir los ojos te duele, secos e inchados se encuentran, una mala noche. La botella se encuentra casi vacía, el vaso roto y tu maquillaje estropeado. Arrastrando los pies vas al baño, preparas la tina y sumergiendote en la espuma te pones a pensar.
-Divorcio - dices en voz baja, esa era la mejor opción ¿O quizás no?
Querías que él pase por lo mismo, no es justo que seas la única que sufre. Él tiene que pagar si o si, de esos pensamientos se inunda tu cabeza.
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Unas hermosas joyas brillan en tu cuello, orejas y manos, un vestido ligero, hermoso, hecho a la medida y unos tacones simples, pero impresionantes. Tu mirada brillante de nuevo, con el brillo de la venganza en completo auge.
- Tiempo sin vernos - dedicas una dulce sonrisa a tu contrario. Su mente maravillada con tu belleza lo traicionan haciéndolo tartamudear.
- M-mucho cof-cof tiempo - se aclaró la garganta para poder hablar con facilidad.
- Te propongo un trato - sin rodeos vas directamente al grano.
- Quiero que pase por lo mismo que yo. Deseo verlo llorar e hincarse a mis pies, que suplique mi perdón. - Espetaste cegada rabia.
Frente a ti, sentado erguido y desprendiendo una seguridad abrumadora, esperaba ansioso lo que dirías. Mirando tu rostro quizo tomar tu mano, gesto que no rechazaste.
- Has sido el mejor amigo de Iván y mío desde que recuerdo... - Tomaste una pequeña pausa - y por ello eres el mejor para poder hacer sufrir a Iván. Ayúdame. -
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Tarareando una canción le sirves el desayuno a tu marido. Estás alegre, por fin empiezas a sentirte más feliz, algo que no pasa por desapercibido a los ojos de Iván.
-¿Qué te tiene tan feliz? - bajó su periódico, terminando de dar una última calada a su cigarrillo.
-Nada, sólo estaba pensando en algo. - su mirada sigue en ti.
-¿A sí? ¿Se puede saber qué es? - Él pensaba que le dirías que estabas embarazada, en realidad quería que dijeras eso, ya que siempre soñó formar una familia contigo.
Sacaste cuidadosamente unos papeles de un cajón, luego una pluma, y con una sonrisa grande se los pusiste en frente. Tomó el documento con cuidado, sus ojos estaban un poco acuosos, su corazón latía a mil, estaba definitivamente seguro que es el papel que confirma tu embarazo. Pero su cara pasó de total expectativa a una de enojo total.
Aquellos papeles eran del divorcio.
-¿Qué es ésto? - preguntó incrédulo, se niega rotundamente a creer eso - Si estas bromeando, te recomiendo disculparte ahora mismo. -
-No querido, es verdad. Esos documentos son legítimos. - Del mismo cajón sacaste el sobre que te destruyó momentáneamente.
Iván abrió los ojos a más no poder, sus labios temblaban. Quiso tomar tu mano, pero fue bruscamente rechazado por ti. Si ya compartir la cama con él la última semana fue difícil, lo que menos querías ahora era que te tocara.
Sin decir nada, caminaste a la habitación matrimonial y con rapidez abriste la puerta del armario, sacaste tu maleta que con tanto cuidado hiciste y con la frente en alto te dirigiste hacia el comedor. Iván te mira sorprendido, estaba a punto de levantarse, pero el sonido de tu celular lo interrumpió.
-¿Ya estás abajo? Perfecto, voy saliendo. - Colgaste la llamada, ni una sola mirada le lánzate y con resentimiento te decidiste a hablar - Te espero en la notaria el jueves 22, se puntual. -
Sin más te fuiste. Dejando a tu ex-marido helado, totalmente paralizado, mirando la puerta de entrada ya cerrada.
