Mirando directamente las rojas marcas de los azotes tocó su pecho, el sudor bajó por su barbilla a su cuello, el recuerdo de esa noche sigue fresco en su memoria. En el espejo empañado poco visibles son los ojos de emoción, quien mira su reflejo puede apreciar las huellas rojas incandescentes de un castigo despiadado.
Perdido vaga por las calles en busca de placer, pierde la noción del tiempo con cada hombre y mujer que están dispuestos a satisfacer tan exquisito pensar. Las horas pasan, ninguno está al nivel deseado. Sin esperanzas busca por última vez en la noche a un digno amo para su sucias existencia.
Se detiene, unos labios rojos llaman su atención, el andar seguro y elegante lo cautivan. Busca al dueño de tan hermosa flor, con desespero e impaciencia pregunta el precio.
- 5 monedas de oro - dice el hombre. Le tira el saco entero sin pensar.
- La quiero sólo para mí - compra un poco de tiempo con aquella dama que sin oposición acepta la mano de su nuevo dueño.
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Jadeos retumban en la lujosa habitación. Las cuerdas aprietando dolorosamente su cuello, sus sentidos a flor de piel rogando por más.
-Los esclavos no tienen derecho a pedir nada. - La voz de la femenina le causa escalofríos.
-Lo siento, discúlpeme, soy una basura - una sonrisa de satisfacción aparece en el rostro de ella.
-Tendré que enseñarte tu lugar. Levanta tu trasero y ábrelo - tal y como se le ordenó lo hizo. Se encontraba extasiado, fue la primera vez que sintió un placer así, quedó fascinado, haría lo que fuera para quedarse en ése momento por toda la eternidad.
Le besaba los pies, estaba tan agradecido con su llegada, eras como su ángel salvador que por fin lo haría sentir vivo otra vez.
-La hora acabó, fue un placer conocerlo Sr. Williams- se puso una bata lista para tomar un baño y seguir con su jornada. Él sintió su mundo derrumbarse, no podía dejar la ir, lo cautivó, su ángel no podía irse como si nada.
-¡Se mi esposa! - Dijo sin pensar - Le daré el mundo entero, bajaré la luna, las estrellas, el universo completo. Solo por favor, sea mía - confundida voltea ¿Es que a caso estaba loco?
-Nos vemos, adiós. - Se marchó, no era la primera vez que esto sucedía, para ella solo promesas al viento, pero para él otra razón para tenerla.
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