Las manos se te habían dormido, ya que las cuerdas te estaban apretando fuertemente las muñecas, tanto como para que el roze fuese infernalmente doloroso. Sientias cómo la cabeza te dolía, el lado izquierdo no paraba de darte punzantes dolores y por el mismo lugar caía un poco de sangre.
Tu estómago rugia fuerte, no sabías cuanto tiempo llevabas ahí, pero el hambre te estaba matando. Tragaste la poca saliva que quedaba en tu seca boca buscando calmar tu apetito.
Unos suaves pasos se escucharon detrás de la puerta, la cerradura se abrió y la luz golpeó tu rostro. Molesta te volteaste evitando mirar la esbelta figura en la entrada. La persona se acercó a ti con una sonrisa, hincandose frente a ti.
- Oh cielo, ya estás despierta - un escalofrío pasó por tu cuerpo al escuchar su voz. Volteaste furiosa hacia tu captor.
Sin aguantar el enojo le escupiste en la cara.
- ¡Vete a la mierda perra! - Escupiste en su rostro. Le gritaste furiosa, sintiéndote traicionada.
Maldecias a tus adentros el haber confiado en ella, era tu mejor amiga, casi como tu lugar seguro. Saber que Maddie era la responsable del acoso enfermizo que recibías, el que te generaba pesadillas todas las noches y la razón de tu exasperante paranoia, te jodió hasta la médula.
Tragaste seco esperando la reacción de Maddie, temiendo que te hiciera algo malo. Limpió el escupitajo de su mejilla con sus largos dedos, lo miró, estiró la lengua hasta sus dedos y lamió tu saliva.
- (T/N), tus provocaciones no son la mejor opción en estos momentos - habló los más tranquila que pudo, tratando de controlar las incontenibles ganas de cogerte hasta quedar sin aliento, encontrando esa calma sentándose en tus piernas.
- No tienes idea de cuanto tiempo he deseado estar así contigo... - Hizo una pausa respirando ondo cerca de tu cuello. - Me enamoré de ti la primera vez que te vi. Desde ese momento no pude sacarte de mi cabeza. - Dijo susurrando en tu oreja.
Besó tu frente con amor, mientras que paseaba con cariño sus manos entre tus cabellos, creando un aura "romántica" para Maddie, pero sumamente espeluznante para ti.
Se separó con cuidado y puso uno de tus cabellos rebeldes detrás de tu oreja. Te miró con sus ojos llenos de amor soltando un suspiro con dulzura. Se sentía tan afortunada de tenerte.- No me odies por ser así. Yo quiero que seas feliz, quiero que sientas éste lugar cómo tu hogar y podamos hacer una vida juntas. -
Decía aquello con una naturalidad tan similar a la de un niño pequeño hablaba de sus fantasías y sueños ¿tan loca estaba que veía eso cómo un futuro seguro?Se puso de pie con suavidad, te miró una última vez y se marchó de la vieja habitación. Con aquel deliro nublando su mente.
El viejo tapiz se caía por las paredes, casi igual que una naranja siendo pelada. El lugar no era frío, pero tampoco es que fuese abrigado. El piso de baldosa lo hacía parecer más helado, dándole una aterradora imagen.